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  Por el libro
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17 de enero de 2012

WSJ

Para persuadir a trabajadores en paro patronal en Canadá de que acepten grandes recortes salariales, Caterpillar Inc. cita los menores sueldos en otros países. No obstante, en vez de señalar los usuales modelos de mano de obra barata y flexible como China o México, usa como ejemplo un país inesperado: Estados Unidos.

Los costos salariales y de prestaciones en la planta de equipos ferroviarios de Caterpillar en LaGrange, en el estado de Illinois en EE.UU., son menos de la mitad de los de la fábrica de ensamblaje de locomotoras en la ciudad canadiense de London, estado de Ontario, según la empresa.

La postura del gigante de la maquinaria ilustra cómo la manufactura estadounidense, hasta hace poco dada por muerta por muchos, se ha vuelto competitiva a nivel mundial. Aunque EE.UU. no es un país de bajos salarios, se ha tornado mucho más eficiente, lo que lo hace más atractivo para muchos fabricantes globales. El crecimiento salarial en EE.UU. ha sido mínimo, y las empresas manufactureras han hallado formas de usar prácticas laborales más flexibles y aumentado la automatización para producir la misma cantidad de bienes con mucho menos personal.

Los costos laborales manufactureros de EE.UU. por unidad de producción en 2010 fueron 13% más bajos que una década atrás a medida que los trabajadores se volvieron más productivos, según la Oficina de Estadísticas Laborales. EE.UU. superó en desempeño a Alemania, Canadá y Corea del Sur, países en los que los costos laborales por unidad subieron 2,3%, 18% y 15%, respectivamente.

Además de sueldos más competitivos, EE.UU. se beneficia de menores costos energéticos —principalmente por el auge del gas de esquisto— y un dólar débil, lo que hace que sus productos sean más competitivos en los mercados de exportación. Esto ocurre pese a que los productores estadounidenses aún enfrentan impuestos corporativos relativamente más altos y regulaciones ambientales más rigurosas. Mientras tanto, algunos fabricantes están trayendo parte de su producción de Asia a EE.UU. para simplificar su logística.

"La manufactura en EE.UU. es cada vez más atractiva", dice Daniel Meckstroth, economista jefe de Manufacturers Alliance for Productivity and Innovation, un grupo estadounidense de investigación. Prevé que el país siga siendo principalmente una economía de servicios pero cree que la manufactura probablemente dejará de contraerse.

Caterpillar, con sede en Peoria, Illinois, quiere recortar la remuneración a casi la mitad en la planta de Ontario, para que sea "competitiva en costos en el mercado global", y a la vez poner fin a lo que llama "reglas laborales anticuadas" que limitan la flexibilidad productiva.

Tim Carrie, presidente del sindicato Canadian Auto Workers, que representa a unos 450 empleados de Caterpillar, dijo que las demandas de la empresa no representan siquiera "un punto de inicio" para las negociaciones. Caterpillar declaró un cierre patronal el 1 de enero, a la espera de un nuevo acuerdo. A menos que ambas partes lleguen a un arreglo, parte de la producción podría trasladarse a fábricas de Caterpillar en EE.UU.

La estadounidense Navistar International Corp. y la sueca Electrolux AB son otras empresas que decidieron cerrar plantas en Canadá y trasladar su producción a EE.UU.

En general, EE.UU. tiene apenas una pequeña ventaja en costos salariales sobre Canadá, pero los aumentos de sueldos han sido mínimos y un dólar débil ha inflado las remuneraciones en otros países en términos de dólares. Datos del gobierno de EE.UU. para 2010 muestran que el costo salarial por hora promedio para trabajadores manufactureros, incluyendo prestaciones y programas de seguro social, fue de US$34,74, comparado con US$35,67 en Canadá. Sin embargo, los costos en este último país crecieron 91% en los últimos 10 años en términos de dólares estadounidenses, mientras que en EE.UU. subieron 39% y el promedio para los miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico creció 74%.

Por supuesto, los sueldos son sólo una parte de la decisión sobre dónde instalar una fábrica. La proximidad a los clientes, los incentivos tributarios y la productividad del trabajador son otros factores.

Pese a que los costos laborales en EE.UU. son más altos que en México u otros países de América Latina, la japonesa Bridgestone Corp., por ejemplo, decidió invertir US$1.100 millones para expandir una planta de neumáticos de autos en Carolina del Sur y construir otra de ruedas para maquinaria para la minería y la construcción. La empresa sabía que allí podría obtener una alta productividad de sus trabajadores, dijo Gary Garfield, presidente ejecutivo de Bridgestone Americas. "Podrían haber puesto la planta en cualquier lugar del mundo", dijo. Pero EE.UU. tenía más sentido.