Inicio  








  Por el libro
Bookmark & Share

The Wall Street Journal

Los precios de la gasolina han caído por debajo de US$3 el galón (3,8 litros) en la mayoría de las estaciones de servicio de Estados Unidos, lo que constituye un bienvenido impulso para los consumidores y los minoristas del país de cara a la temporada de fin de año. La caída de los precios del petróleo, no obstante, tiene una consecuencia más nefasta: amenaza con frenar el auge energético y golpear la economía.

La economía estadounidense, la más grande del mundo, ganará más de lo que perderá con un petróleo más barato, al menos en los niveles actuales. Pero el descenso más reciente está dando paso a un debate entre los economistas sobre hasta qué punto la caída de los precios presionará a los productores del país, un reflejo del gran alcance que ha generado el resurgimiento del sector energético estadounidense.

El alza en los precios del crudo impulsó el auge energético al hacer más factibles económicamente las técnicas de perforación costosas, como la fracturación hidráulica. Ahora, los estados ricos en petróleo podrían crear menos empleos y las ganancias de los productores se pueden derrumbar. Los inversionistas, por su parte, ya se están retirando de uno de los sectores más candentes de la expansión.

“Crea ganadores y perdedores”, dice David Rosenberg, economista jefe de Gluskin Sheff & Associates, una firma de gestión de fondos. “Pero con o sin una revolución del combustible de esquisto, la economía de EE.UU. sale ganando”.

Los precios del petróleo, que han caído 25% desde mediados de junio, llegaron a ubicarse el lunes por debajo de US$80 el barril antes de repuntar y cerrar en US$81 el barril en la Bolsa Mercantil de Nueva York. El movimiento fue causado por la reducción en las proyecciones de Goldman Sachs para el primer trimestre de 2015 a US$75 el barril para el crudo de referencia en EE.UU. Los precios llegaron a subir a US$103,66 por barril en junio, cuando la agitación en Medio Oriente sacudió los mercados, que temían una interrupción del suministro.

El declive en los precios se produce después del “período más prolongado de precios altos en la historia de EE.UU.”, resalta James Williams, economista de energía en Londres, Arkansas.

Esos precios más altos impulsaron un auge en la producción estadounidense de crudo, la cual ha aumentado más de 50% desde 2010. La industria de extracción de petróleo y gas representa 1,7% del Producto Interno Bruto de EE.UU., lo cual es apenas medio punto porcentual más que el promedio desde 1976, según los cálculos de los economistas de J.P. Morgan.

“A menos de que los precios se reviertan, vamos a ver un impacto significativo en lo que ha sido el sector de mayor crecimiento en los últimos cuatro años”, añadió Williams.

Siempre y cuando los precios del petróleo permanezcan en o por encima de US$80 el barril, la producción es rentable para todos, excepto 4% de los yacimientos en EE.UU., estima la Agencia Internacional de Energía. Los analistas coinciden en que la producción se desacelerará si los precios descienden por debajo de US$75 el barril.

“Por ahora, seguimos a toda marcha”, dijo hace unas semanas Martin Craighead, presidente ejecutivo de Baker Hughes Inc., una empresa de servicios en yacimientos petroleros. “Si vemos un barril a US$75 en la época navideña… entonces creo que las conversaciones con los clientes serán diferentes”.

Los inversionistas también podrían reconsiderar su apetito por la deuda emitida por las empresas de perforación y producción de crudo. “Había un exceso de inversión que asumía que los precios nunca caerían”, dijo Philip Verleger, economista energético en Colorado.

Una pregunta que persiste es qué significa el abaratamiento de los precios para los estados que se han beneficiado del auge energético: Texas, Oklahoma y Dakota del Norte. “Si el tren se descarrila, las economías de estos estados van a sufrir”, dice Ken Medlock, profesor del Instituto de Energía Baker de la Universidad de Rice.

Esto podría repercutir en los mercados inmobiliario y laboral. Aunque la industria energética ha sumado apenas 60.000 empleos desde 2010, una fracción de los nueve millones de las plazas añadidas en la economía estadounidense, ha sido una fuente de empleo muy bien remunerado.

Cuando las empresas necesitan controlar los costos, “una de las cosas que dejan de hacer es pagarle a los soldadores sueldos de US$100.000 al año”, manifiesta Verleger.

Las empresas de transporte, agricultura y manufacturas se benefician de mejores márgenes de ganancias a medida que bajan los costos. Las reducciones en los precios del combustible son “una oportunidad gigantesca en el futuro”, dijo hace unas semanas a inversionistas Richard Anderson, presidente ejecutivo de Delta Air Lines Inc. La caída de los precios ha reducido los costos de la aerolínea en cerca de US$1.000 millones en las últimas semanas, informó.

Los mayores beneficiarios de los precios más bajos son consumidores como Cindy Matson, quien perdió su empleo el año pasado y dudó antes de aceptar su actual trabajo en un fabricante de baterías industriales, porque requería un viaje diario de 45 minutos desde su casa en New Florence, Pensilvania. Con la caída en los precios de la gasolina a cerca de US$4 el galón, “me llevó tiempo decidir si quería gastar tanto dinero viajando”, cuenta. “Los precios de la gasolina facilitan un poco las cosas”. Una regla de oro es que la caída de un centavo en los precios de la energía equivale a US$1.000 millones en consumo de los hogares estadounidenses.

“No ha habido una época, ni la habrá, en la que una reducción en los precios de la energía no aumente el poder adquisitivo de los consumidores”, dice Rosenberg, de Gluskin Sheff.