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  Por el libro
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18 de febrero de 2022

El Economista

El nivel de la inflación se está disparando en todo el mundo. En el caso concreto de EEUU, el último cálculo es el más alto en cuatro décadas: en enero, el IPC alcanzó el 7,5% en el país. Sin embargo, si se pudiera incluir un cálculo de la pérdida de calidad de los productos, el alza de los precios alcanzaría el 10%.  

Investigadores de la Universidad de Michigan publican trimestralmente un índice de satisfacción del cliente con el objeto de medir el grado de satisfacción de los consumidores con los bienes y servicios que adquieren. La última edición salió a principio de esta semana y señala una disminución de la calidad del 5,2% desde 2018, un porcentaje que creció especialmente a partir de 2020, con la llegada de la pandemia.

Incluir la calidad de los productos en la medición de la inflación no es tarea fácil porque se dan diferentes variables. Puede haber casos en los que el precio de un producto se ha mantenido prácticamente sin cambios pero su calidad ha mejorado (por ejemplo, un ordenador que no varía de precio pero sí incluye los avances tecnológicos). En este caso, en cierto sentido el producto se consideraría que se ha abaratado. Pero también pueden darse casos a la inversa, si el precio no cambia pero el producto pierde calidad, se ha vuelto más caro.

Reflejar los 'cambios hedónicos' en el IPC

Son los expertos de la Oficina de Estadísticas Laborales quienes calculan el índice de precios al consumidor. En cada medición, recoge Bloomberg, intentan incorporar un ajuste de calidad para reflejar los denominados 'cambios hedónicos'. El problema está en que solo lo hacen sobre 40 de los 273 artículos de la cesta de la compra que compone el IPC, el 13% del total.

Los últimos hallazgos de los investigadores de Michigan que se recogen en el reciente informe "sugieren que la inflación anual real está probablemente de alrededor del 10%" si los precios reflejaran la disminución de la calidad.

Claes Fornell, fundador de ACSI y profesor emérito de administración de empresas en la Universidad de Michigan, indicó a Bloomberg que la caída en la satisfacción es "más pronunciada en los servicios". Esto se explica principalmente en la pandemia, que aumentó más la "falta de disponibilidad de productos, los problemas de suministro y la escasez de mano de obra".

En concreto, el informe ACSI apunta a que algunas de las mayores pérdidas de calidad se produjeron en los productos electrónicos de consumo, afectados por problemas en la cadena de suministro; en los hoteles, por la falta de trabajadores especialmente de limpieza; y en la transmisión de video, por las sobrecargas del sistema ante la avalancha de personas que bajo el confinamiento saturaban las plataformas.

Hay que tener en cuenta que el indicador de sentimiento de la calidad percibida se basa en opiniones personales por lo que es más vago que el análisis de las características específicas asociadas con cada artículo que realiza la Oficina de Estadísticas Laborales.