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Por el libro |
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27 de agosto de 2025
El Índice de Fragilidad Financiera del Consumidor (IFFC), elaborado por Estudios Técnicos, Inc. (ETI), refleja un deterioro en la posición financiera de los consumidores puertorriqueños entre el primer y el segundo trimestre. No obstante, el IFFC mejora significativamente respecto al mismo periodo del año pasado.
El Índice de Fragilidad Financiera del Consumidor pasó de 0.33 en el primer trimestre a 0.38 en el segundo trimestre. El año pasado, el promedio del índice estaba en 0.52, un nivel de fragilidad alto.
«La mejoría en el 2025 respondió principalmente a la estabilidad de la tasa de desempleo, que se mantuvo en niveles históricamente bajos de 5.4% en el primer trimestre, a la reducción de las quiebras personales de 1,022 casos en el cuarto trimestre de 2024 a 904 en el primero de 2025, a la caída en la delincuencia de los préstamos de consumo e hipotecarios y al fortalecimiento del salario real, favorecido por la desaceleración de la inflación», explica Leslie Adames, director de la División de Análisis y Política Económica de Estudios Técnicos, Inc.
El economista señala que en el segundo trimestre se registró un leve deterioro, «con un aumento en la tasa de delincuencia de los préstamos de consumo de 2.70% a 3.04% y un incremento en las quiebras personales de 904 a 1,019 casos. Estos factores fueron parcialmente compensados por la continuidad en la mejora del salario real y la estabilidad del desempleo».
El índice mide la vulnerabilidad financiera de los consumidores a partir de cuatro variables: la tasa de delincuencia en los préstamos de consumo e hipotecas residenciales, la tasa de desempleo, las quiebras personales y el ingreso anual de los empleados del sector privado. Su escala va de 0 a 1, clasificada en cuatro rangos: 0–0.25 (baja fragilidad), 0.26–0.50 (moderada), 0.51–0.75 (alta) y 0.76–1.00 (extrema).
Adames prevé que en los próximos meses la evolución del índice dependerá de la inflación, «particularmente por el efecto de la política arancelaria de la administración Trump, cuyo impacto podría comenzar a sentirse en el segundo semestre de 2025, una vez las empresas con menor capacidad de absorción trasladen los costos a los precios finales. Esto dependerá también de la sensibilidad de los consumidores a los cambios de precios y de la disponibilidad de productos sustitutos».
Apunta que aunque una eventual reducción en la tasa de la Reserva Federal prevista para septiembre podría aliviar parcialmente el costo de financiamiento de los préstamos de consumo, «persisten riesgos asociados al nivel de endeudamiento de los hogares, a la menor liquidez disponible y a un mercado laboral en el que el crecimiento del empleo está influenciado por los puestos a tiempo parcial».
Alerta sobre un aumento en la fragilidad financiera de los consumidores si se dificulta el acceso a los préstamos. «El empinamiento de la curva del Tesoro —reflejado en la ampliación del spread entre los bonos a dos y treinta años (al día de hoy, 26 de agosto, ya el spread era de +124.6 puntos básicos, con un rendimiento de 4.940% en el bono a 30 años frente a 3.694% en el de dos años)— limita significativamente el margen de alivio sobre las tasas hipotecarias y eleva el costo de capital que enfrentan las empresas, lo cual puede traducirse en mayores restricciones crediticias y presiones sobre el ingreso disponible, acentuando así la fragilidad financiera de los consumidores».

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