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  Por el libro
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8 de diciembre de 2021

Sin Comillas

El 10% de la población más rica concentra ya el 52% de los ingresos y el 76% de la riqueza del planeta, mientras que el 50% más pobre sólo capta el 8% de los ingresos y el 2% del patrimonio. La brecha entre ricos y pobres siguió creciendo entre 2019 y 2021, con la llegada del COVID-19, según un estudio elaborado por el World Inequality Lab, un  laboratorio de ideas francés codirigido por Lucas Chancel, Thomas Piketty, Emmanuel Saez y Gabriel Zucman.

En el Informe se muestra que la desigualdad se ha incrementado en prácticamente todas las regiones del mundo en décadas recientes, aunque a distintas velocidades. La desigualdad de ingresos presenta una fuerte variación entre regiones. Es relativamente más baja en Europa y alcanza su máximo en Medio Oriente.

El 1% de mayores ingresos a escala global, recibió el doble de ingresos que el 50% más pobre, un grupo que, sin embargo, ha experimentado tasas de crecimiento importantes. Por su parte, la clase media global, que contiene al 90% de la población de la Unión Europea y Estados Unidos, se contrajo.

Pero no todo son malas noticias. En Estados Unidos, el estallido de la pandemia se cebó desproporcionadamente con los ciudadanos más vulnerables, sin embargo, en vez de aumentar la pobreza disminuyó. Las ayudas federales a las personas para hacer frente a la pandemia permitieron reducir las tasas de pobreza entre 2020 y 2021 en un 45% en comparación con 2018.

“¿Qué significa eso? Que las políticas sociales son efectivas, que podemos reducir la extrema pobreza en los países ricos. Y esto enfatiza un mensaje clave: la desigualdad y su reducción no es una cuestión de limitaciones económicas, sino que es una elección política sobre el tipo de sociedad en el que queremos vivir”, explica el economista Lucas Chancel, uno de los autores del estudio. Esas ayudas, no obstante, no fueron suficientes para reducir las desigualdades a causa de la elevada tasa con la que crecieron los ingresos y el patrimonio de los más ricos.

Aumenta la riqueza privada y se reduce la riqueza pública

Según el informe, las desigualdades económicas están determinadas en buena medida por la distribución de la riqueza, que puede ser de propiedad privada o pública. Desde 1980 se observa en prácticamente todos los países, tanto ricos como emergentes, transformaciones de gran tamaño en la propiedad de la riqueza, que pasa del dominio público al privado. Así, mientras la riqueza nacional (pública más privada) ha crecido de manera notable, la riqueza pública se ha hecho negativa o cercana a cero en los países ricos (las deudas superan a los activos). “Esto limita la capacidad de los gobiernos para reducir la desigualdad, y ciertamente tiene implicaciones importantes para la desigualdad de riqueza entre los individuos. En las últimas décadas, los países se han vuelto más ricos mientras que los gobiernos se han vuelto pobres”.

En Rusia y China se observa un incremento muy significativo de la riqueza privada. “En el marco de las transición del comunismo a economías primordialmente capitalistas, la riqueza privada se triplicó y cuadriplicó respectivamente. Así, la relación entre la riqueza privada y el ingreso nacional en ambos países se está aproximando a los niveles observados en países como Francia, Reino Unido y Estados Unidos”.

 

La riqueza neta pública, por el contrario, ha disminuido en prácticamente todos los países desde la década de 1980. En China y Rusia, la riqueza pública disminuyó desde un 60-70% a un 20-30% de la riqueza nacional. En Estados Unidos o Reino Unido, la riqueza neta pública se ha vuelto incluso negativa, mientras que en Japón, Alemania y Francia es apenas positiva. Esto limita la capacidad de los gobiernos para regular la economía, redistribuir ingresos y mitigar el crecimiento de la desigualdad.

Las únicas excepciones a esta tendencia generalizada a la disminución en la riqueza pública son países como Noruega, que cuenta con recursos petroleros y fondos soberanos de gran envergadura.

El incremento en la desigualdad de riqueza ha sido, no obstante, muy significativo en Estados Unidos, con un aumento en la participación del 1% más rico de 22% a 39% entre 1980 y 2014. El aumento en la concentración ha sido menor en Francia y Reino Unido, debido por un lado al efecto moderador que ha tenido la evolución de la riqueza inmobiliaria, mayoritariamente en manos de la clase media, y por el otro, al menor nivel de desigualdad de ingresos en comparación con Estados Unidos.

 

El estudio señala que el acceso igualitario a la educación es importante, pero es insuficiente para reducir la desigualdad por sí solo en ausencia de mecanismos que aseguren empleos bien remunerados a la población más pobre. “Una mejor representación y participación de los trabajadores en la estructura de decisión de las empresas, así como salarios mínimos a niveles dignos, son también importantes para lograr reducciones en los niveles de desigualdad”.

Destaca que se necesitan mayores inversiones públicas en educación, salud y protección medioambiental, tanto para combatir la desigualdad existente como para prevenir incrementos futuros. “No será fácil, habida cuenta de que los gobiernos de los países ricos se han empobrecido y se encuentran muy endeudados”.