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Noticel

Se acabaron los días de esperar sentado a que el mesero le devuelva la tarjeta de crédito con la que pretende pagar la cuenta en el restaurante. Lo mejor será que cuide celosamente su tarjeta y que no la pierda de vista si quiere evitar ser víctima de "skimming".

Sucede con mucha más frecuencia de lo que se cree, apunta Gilberto Arvelo, mejor conocido como Dr. Shoper. El cliente paga con tarjeta en algún negocio y al tiempo se entera de que su cuenta ha sido utilizada para compras que en realidad no ha hecho. Se trata de un tipo de fraude al que se le conoce como "skimming". Ocurre justo en el momento de la transacción y lo mismo sirve para robar su dinero como su identidad.

La persona que le toma la tarjeta para cobrar, se saca del bolsillo, o del delantal, una pequeña máquina, un tipo de escáner o "skimmer", que fácilmente puede comprar por internet por menos de $300. En un instante, sin que usted se dé cuenta, pasa la tarjeta por el pequeño aparato. Luego, cuando usted ha pensado que ha realizado una transacción cotidiana, en otro lado alguien está pasando la información copiada en el "skimmer" a una computadora. Obtiene de inmediato su nombre, número de tarjeta y hasta fecha de expiración. Esa información la utilizan para pasarla a otra tarjeta que contenga cinta magnética. La tarjeta es clonada.

El vicepresidente de la División de Protección de Activos de Banco Popular, Héctor R. Torres Pérez, apunta que la práctica en Puerto Rico es más frecuente desde 2007, sobre todo en el área metropolitana y pueblos cercanos.

"Estos maleantes pueden tener el plástico de determinada tarjeta de crédito y tomar la información de la tarjeta de la víctima y pasarla al plástico preparado para un nombre falso. Para ayudar en el fraude, usualmente, también tienen la capacidad de producir licencias o tarjetas electorales falsas".

"Lo primero que hacen es ir y retirar 500 dólares, como para probar. Luego la usan para hacer otras compras".

Torres señala que muchas veces los maleantes que incurren en este tipo de práctica funcionan en gangas. Una o dos cabecillas reclutan empleados en distintos establecimientos, les proveen el "skimmer" y prometen pagarles ciertas cantidades de dinero por cada tarjeta que puedan copiar. A veces obtienen la información y nunca regresan donde el empleado que cometió la ilegalidad en primer lugar.

El Banco Popular ha podido identificar a varias de estas gangas y, de acuerdo con Torres Pérez, en cinco años se han procesado a entre 30 y 50 personas por esta práctica ilegal.

"Tuvimos un caso en Loíza en el que tenían los plásticos de una conocida tarjeta de crédito para hacer tarjetas clonaadas. Se les acabaron los plásticos y estaban usando las tarjetas que dan en los hoteles para accesar a los cuartos. Eran tarjetas blancas.

Hicieron una compra de $11,000 con una tarjeta blanca. Te preguntarás cómo el cajero no se dio cuenta de que era una tarjeta blanca. Fue que se fueron por el 'self-service check out'", recuerda Torres. 

Tanto el Banco Popular, como la Asociación de Bancos tienen estructuras para hacerle frente a este tipo de crimen organizado.

 

 

Ojo vigilante

La primera línea de defensa consiste en no perder de vista la tarjeta al momento de pagar. En segundo lugar, debe estar pendiente de los estados de cuenta, revisar las transacciones y, de notar alguna compra o retiro irregular, llamar a su banco. Torres explica que el Banco Popular mantiene un perfil de uso de cada uno de sus clientes. De esta forma, cuando ocurre una transacción fuera de lo usual, personal de la institución se comunica con el portador de la tarjeta para asegurarse de que es el autor de las transacciones registradas. De no ser así, inicia una investigación.

El "skimmer" tiene muchísimos usos legítimos, resalta Torres Pérez. Por eso es tan fácil poder obtener uno. Pero "la misma tecnología que nos da y nos facilita también puede utilizarse para hacer el mal".