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  Por el libro
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4 de agosto de 2022

Elpais.com

El Gobierno de EE UU ha recurrido a artillería pesada, el mazo de la justicia, para impedir una megafusión editorial que convertiría el mercado del libro en un práctico monopolio: la compra por parte del gigante Penguin Random House de Simon & Schuster, que fue anunciada en noviembre de 2020 y bloqueada por el Departamento de Justicia un año después. El juicio que este lunes ha arrancado en un tribunal federal de Washington no supone solamente una de las principales batallas de la Administración de Joe Biden contra los monopolios; también es disuasoria para futuras operaciones de envergadura, como la adquisición por parte de UnitedHealth de la firma de tecnología de la salud Change Healthcare por 13.000 millones de dólares. El proceso contra la megafusión sanitaria arranca también este lunes en la capital federal. Ambas causas se prolongarán alrededor de tres semanas, con un fallo previsto en los próximos meses.

El de Penguin Random House (PRH) y Simon & Schuster es uno de los casos antimonopolio más importantes del mandato del presidente Joe Biden, cuya Administración también tiene en el punto de mira el acaparamiento de mercado por las grandes tecnológicas. Justicia argumenta que la fusión de Penguin, la mayor editorial del mundo y de EE UU, y Simon & Schuster, la tercera más grande del país, perjudicará la libre competencia de la industria, reducirá el margen de negociación de los autores, además de privarles de opciones para publicar, y sobre todo disminuirá la oferta de catálogo para los consumidores. PRH ha contratacado en vísperas de la vista con un informe que sostiene exactamente lo contrario: que la compra de Simon & Schuster tendrá como resultado mayores beneficios para los autores y más opciones para los consumidores.

Los medios estadounidenses utilizan invariablemente la palabra consumidor en vez de lector, pero el término no es inocente: lo que está en juego es una descomunal parte del pastel del lucrativo sector del ocio. El regulador estadounidense (Comisión Federal de Comercio, FTC en sus siglas inglesas), bajo la dirección de Lina Khan, conocida por su especial beligerancia contra los monopolios, frenó en noviembre pasado la operación, valorada en casi 2.180 millones de dólares y que, de sustanciarse, fusionaría a dos de las cinco grandes firmas de la industria editorial estadounidense, las llamadas Big Five, consolidando el oligopolio. A mediados de julio, PRH vendía el 22% de los libros impresos en EE UU, y Simon & Schuster, el 9%. La primera, con más de 90 sellos, publica unos 2.000 títulos al año; la segunda, la mitad.

Muchos autores se han pronunciado al respecto, a la cabeza de todos ellos el superventas Stephen King, un veterano autor en la nómina de Simon & Schuster que no ha dudado en ponerse del lado del Gobierno. El maestro del género de terror declarará este martes a favor de la Administración. El periodista Bob Woodward, uno de los autores del best seller sobre el escándalo Watergate y martillo del expresidente Donald Trump, pertenece también a la escudería Simon & Schuster.

Al frente del tribunal encargado de juzgar el caso está una jueza designada por el presidente Biden. Pero más allá de la ofensiva contra los monopolios de la Casa Blanca, la causa plantea otras implicaciones: la consolidación o decantación de la industria editorial con el viento en contra, en plena reformulación del sector del entretenimiento. PRH, resultado a su vez de una fusión en 2013, cuenta con autores de gran éxito de ventas como John Grisham y Margaret Atwood, entre otros, además del matrimonio Obama. La ex primera dama publicará en noviembre su próximo libro.

La retroalimentación entre distintos sectores de la gran industria del entretenimiento es multidireccional. Hollywood se nutre de historias superventas, convirtiéndolas en éxitos de taquilla, y las celebridades con tirón, de actrices a guionistas, engordan el catálogo de las editoriales. Al igual que Hollywood, el negocio de los libros depende cada vez más de los éxitos de taquilla para obtener ganancias seguras.

PRH, que pertenece a la corporación alemana Bertelsmann, acordó en noviembre de 2020 comprar Simon & Schuster a ViacomCBS, renombrada Paramount Global, deseosa de soltar lastre para apostar por el reñido negocio del streaming. PRH no era el único postor, también compitió por hacerse con la editorial el magnate Rupert Murdoch, el polémico dueño del populista conglomerado mediático News Corporation y propietario a su vez de HarperCollins Publishers, el mayor rival de PRH, con un 10% de la cuota de mercado en EE UU.

Los argumentos que plantea PRH se basan en que la industria es sólida, con editoriales más pequeñas o independientes que en conjunto superan a uno o más de los cinco grandes en compra de títulos cada año. PRH también sostiene que la fusión beneficiaría a los autores y consumidores al combinar la popular lista de títulos de Simon & Schuster con la “estructura de distribución y los sistemas administrativos líderes” de PRH.

En su litigio el Departamento de Justicia se ha centrado en el mercado de autores cuyos libros se contratan por anticipos editoriales de al menos 250.000 dólares, un segmento que en 2020 sumó más de mil millones de dólares, entre los grandes nombres y las principales apuestas de la temporada. PRH y Simon & Schuster rebaten la cifra de Justicia, al considerar que la cuantía de 250.000 dólares es arbitraria y se aplica sólo a unos 1.200 libros al año, alrededor del “2% de todos los libros publicados por editoriales comerciales”.