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11 de julio de 2011

El Nuevo Dia

Isaac Newton erudito inglés desarrolló, entre muchas cosas, las leyes de movimiento. La tercera de esas leyes se le conoce como el principio de Acción y Reacción. Los metafísicos tienen algo similar que es la ley de Causa y Efecto, según ellos no existe la suerte ni la casualidad sino que "toda causa tiene su efecto, todo efecto tiene su causa". En diáfana contradicción a esos principios físicos y metafísicos, en nuestra cultura existe una "teoría" que dice que la última la paga el diablo.

Nuestro Código Civil define lo que es la compra y venta como un acuerdo mediante el cual uno de los contratantes se obliga entregar una cosa determinada y el otro a pagar por ella un precio cierto, en dinero o algo que lo represente. Es decir que el que compra paga.

Los reportes económicos más recientes parecen indicar que el deporte nacional es comprar y no pagar. Las estadísticas reflejan que somos estudiantes aventajados en el tema de dónde y cómo pedir, gastar y no pagar. Véamos.

Según el censo de 2010 somos 3,725,789 millones de habitantes en esta bendita tierra. De esos trabajamos el 40.3% y 844,000 familias recibiendo en el beneficio del PAN. Hay más de 550 centros comerciales. El Comisionado de Instituciones Financieras reporta que este 2011 hay 11 bancos locales, 29 extranjeros, 2 bancos gubernamentales, 5 financieras, 23 casinos, 95 casas de empeño, 98 de ventas a plazo y tarjetas de crédito, 164 de arrendamiento mueble [leasing], solo a modo de ejemplo.

Informes públicos de la oficina de la Reserva Federal de Nueva York, que incluye a Puerto Rico reflejan que para el año fiscal 2010 la deuda per cápita era de $23,843. Expertos en el tema coinciden en que este año el ingreso per cápita debe estar cerca de los $10,000. La matemática es sencilla tenemos más gastos que ingresos en promedio.

Así las cosas, un simple análisis de la situación económica puertorriqueña demuestra la razón por la que miles de consumidores están recibiendo llamadas, cartas y demandas de cobro, aún así hay gente que se hacen los sorprendidos. Parece ser que la segunda parte del postulado de causa y efecto o de compra y paga preferimos ignorarlo hasta que nos llegue el recordatorio de pago.

Nuestra sociedad está orientada para bien o mal, a consumir. El deporte de gastar arropa a todos los sectores, colores, sexos y religiones. Aún así, la gente se ofende al recibir una carta de cobro y que el acreedor pretenda cobrarles.

Hay que admitir que hay mucha gente honesta y trabajadora que ante la crisis financiera está pasando por su peor momento. Sin embargo, ese grupo es fácil de distinguir, indistintamente de su formación profesional u origen social. La actitud, su sentido de responsabilidad, su agradecimiento con una institución que le brindó una oportunidad no pasa en vano y hacen arreglos genuinamente conscientes dentro de sus posibilidades.

Hay que tener presente que la situación económica y el desempleo en cifras escalantes no los ayuda cuando hay gente que ha de decidir entre comprar medicinas, comida o pagar la deuda. Esos deudores reciben las mejores ofertas y los mejores tratos, alcanzando acuerdo que benefician a todos. No hay persona más agradecida que un deudor al que se le ha tratado con dignidad y respeto en el transcurso de la gestión de cobro.

Por otra parte está el "otro sector", días atrás un deudor me "instruía’ en su carta a tirar a pérdida su deuda y borrarla de los libros. Me decía que a él le resultó inverosímil cuando el banco le extendió el crédito aún consciente de lo mala paga que él era. Según él, un acto craso de ineficacia bancaria, pues él jamás se hubiese prestado dinero a sí mismo. Consecuentemente, era un atrevimiento de mi parte seguir esa gesta descabellada en su contra.

Resulta inconcebible que haya morosos que literalmente se sorprendan al recibir una carta de cobro. El deudor promedio le adeuda a más de una institución comercial. La reincidencia es más que frecuente. El concepto del consumidor educado ha sido sustituido por el del deudor informado. La desfachatez de algunos raya en lo absurdo, afortunadamente todos en ese grupo conocen la leyes que le cobijan, reconocen su deuda y dicen no negarse a pagarla, solo que ahora no pueden por tener otras prioridades. Unos genuinamente pero otros descaradamente.

Uno me explicaba como tener un televisor LCD de 50+ pulgadas en estos momentos era una necesidad imperiosa para entretener a sus hijos en el verano, por lo que sus acreedores tenían que esperar a que él saldara el televisor LCD para entonces realizarle gestiones de cobro.

El papel del gobierno

La delincuencia financiera en nuestro sistema excede cualquier límite imaginable, la inexistencia de mecanismos básicos para la localización de morosos no ayuda. Cuando otros estados obtienen ingresos de la venta de información que permite la localización de deudores morosos a través de los récords públicos como ASUME, Obras Públicas, compañías de agua, luz o telefónicas, etc., el hermetismo impera en nuestro sistema.

Esta inexplicable determinación promueve y protege institucionalmente al deudor y su incumplimiento financiero. La accesibilidad por parte de las agencias acreditadas por el gobierno a esa información es imperante. Aún así en Puerto Rico se cobra digna y legalmente.

Queremos educar a nuestros niños a ser ejemplo de ciudadanos, pero el no pagar una deuda y presumir de ello es igual a robarse algo. El efecto directo de no pagar es el aumento futuro en el valor de esos bienes o servicios que recibimos. Con el silencio y la dejadez todos subvencionamos a los ladrones de luz, agua, cable, financieras, tarjetas, etc. A la larga todos pagamos por ello, o será que la última, de verdad, la paga el diablo.