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  Por el libro
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30 de marzo de 2011

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Un pino de 10 metros de altura permanece intacto este martes en la ciudad japonesa de Rikuzentakata, en la prefectura de Iwate. Fue el único árbol que sobrevivió de los alrededor de 70.000 arboles platados en la costa para evitar los efectos de la arena, la sal y el viento.

El martes 29 de marzo de 2011, 10:45 AM EDT

Obligados a deshacerse de sus verduras y a abandonar sus tierras en un vasto perímetro alrededor de la central de Fukushima, los agricultores japoneses figuran entre los más perjudicados por el grave accidente nuclear provocado por el terremoto y el tsunami del 11 de marzo pasado.

"Deberíamos haber cosechado ahora mismo, pero ignoramos totalmente si podremos vender luego nuestra producción", explicó Tadayoshi Tsugeno, que cultiva una especie de perejil, el mitsuba, en Nihonmatsu, comuna de Fukushima, a 45 kilómetros de la central.

"Nos dijeron que teníamos que tirarlo, pero esto me costará dinero. Es mi principal ingreso del año" se lamentó este agricultor de 59 años.

Después de que se descubriera un nivel de radiactividad anormalmente elevado en las verduras, se prohibió la venta de más de una decena de éstas y de la leche fresca provenientes de cuatro prefecturas de la región de Fukushima.

Numerosos países como Estados Unidos, Australia, Canadá, Rusia, China y Taiwán, así como la Unión Europea (UE), anunciaron la prohibición o restricción para la importación de productos frescos japoneses.

Singapur, que ya había tomado medidas de prohibición, incluso extendió el embargo a ciertas frutas y verduras producidas en todo el Kanto, una amplia zona que incluye la aglomeración de Tokio y sus alrededores.

El domingo, las autoridades japonesas anunciaron haber detectado un nivel anormalmente alto de radiactividad en lechugas destinadas al mercado de Nagoya (centro) y producidas en la prefectura de Ibaraki, entre Fukushima y Tokio, pero sin representar un peligro para la salud.

Las pérdidas son tanto más importantes para los horticultores japoneses cuanto que la reputación de excelencia de sus productos les permitía venderlos a buen precio, en Japón y en el extranjero.

Pero el accidente nuclear en la central de Fukushima, consecutivo al seísmo y al tsunami del 11 de marzo, que obligó a evacuar la población en un radio de 20 kilómetros, podría poner en peligro esta reputación.

El sector agrícola, un importante grupo de presión a través de sus cooperativas y ampliamente subvencionado, ya comenzó a presionar al Gobierno para obtener ayudas.

No lejos de la central, a unos kilómetros de la propiedad de Tsugano, Misako Anzai, responsable de un supermercado, confirma que debió retirar las verduras producidas localmente y abastecerse más lejos, a pesar del aumento del costo y de las consecuencias para los horticultores locales.

"Ayer, nuestro proveedor local se quejó y nos preguntó si podía vender sus productos. Es triste, pero no podemos", dijo la mujer.

"Debemos tener mucho cuidado con lo que compramos todos los días", señaló por su parte Mizuko Ouchi, una cliente del supermercado. "Si tengo la posibilidad de comprar alimentos procedentes de otra región, muy alejada de Fukushima, desde luego lo haré".

Una reacción preventiva que no deja de preocupar a Satoru Abe, que tiene una plantación de árboles frutales.

En medio de sus perales, cuyas frutos serán cosechados a fines de agosto, confiesa que "en este momento todos los agricultores están muy preocupados".

"Es una situación muy inquietante. Nuestros frutos son el medio de ganarnos la vida y si no podemos venderlos no tendremos ningún ingreso", aseguró.