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  Por el libro
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20 de enero de 2011

El Nuevo Dia

Aitza y Juan Carlos Cruz son dos hermanos estudiantes de la Universidad de Puerto Rico que ayer formaban parte del tumulto que completaba su proceso de matrícula en el recinto de Río Piedras sumidos en la incertidumbre, las dudas y la desorientación.

Los jóvenes -en su tercero y primer año de universidad, respectivamente- formaban parte de la cola de estudiantes que esperaban por ser atendidos en la Oficina de Registraduría ubicada en el segundo piso del edificio de Plaza Universitaria, que está repleto de oficiales de la compañía Capitol Security y de la Policía de Puerto Rico.

La fila de la Oficina de Registraduría salía del interior del lugar. Un cuadro similar se veía en la Oficina de Asistencia Económica, contigua a la de Registraduría.

Aitza y Carlos explicaron a El Nuevo Día que se disponían a pagar sus respectivas matrículas -ninguno de los dos es becado- y a pagar mediante prórroga la controversial cuota de $800.

"La vamos a pagar con mucho sacrificio en cuatro pagos de $200 (cada uno). Papi dijo coge cuatro plazos", dijo Aitza tras aclarar que su madre fue despedida del recinto de Ciencias Médicas y con ello ambos perdieron la exención en la matrícula por lo que su padre determinó salir del "cantazo" económico rápido.

Carlos añadió que iba a "tener que buscar trabajo" para lidiar con los nuevos costos académicos.

"¿En febrero?", cuestionó el joven cuando se le preguntó si solicitaría ayuda del Fondo de Becas creado por la Legislatura y cuyo dinero se presume estará disponible el próximo mes. Con su interrogante Carlos dejó claro que desconoce los pormenores de dicha ayuda.

Lo mismo pasaba con Giovanni Vargas. El joven estudiante de Estudios Generales llevaba una hora esperando por ser atendido en la Oficina de Asistencia Económica. Allí, aunque la oficina estaba atestada de estudiantes, sólo atendían cuatro empleados.

"No sé si me vaya a cubrir la beca Pell", dijo Vargas, a quien le incluyeron el descuento de la cuota de su beca Pell, de la cual no recibe el máximo.

Al lado de Vargas estaba Ileana Ruiz. La estudiante de la facultad de Humanidades se quejó de que aunque se aprobó en la Legislatura un Fondo de Becas ni siquiera existía un formulario para solicitarla. El tope de $30 millones que nutriría el fondo aún está siendo evaluado por la Asamblea Legislativa.

"De la supuesta ayuda o beca que salió de los legisladores no hay ni tan siquiera un formulario para explicarte, ni orientaciones ni nada. A los estudiantes no los están orientando sobre eso", sentenció Ruiz.

Coralis Díaz dijo que pediría una prórroga a la cuota y un préstamo estudiantil para cumplir con los cinco pagos.

Mientras, Samillie Monsanto, quien faltó a su empleo para poder hacer todo el proceso de matrícula, se mostró totalmente confundida porque tras acudir a Asistencia Económica le dijeron que podría ser recipiente de beca Pell cuando hace dos semestres no cualificaba.

"Ahora voy a solicitar la beca y a buscar de dónde saco para pagar la prórroga en cinco plazos", dijo la estudiante de Administración de Empresas que estaba acompañada de su madre, Milagros Ríos.

"Esto está caótico", dijo la madre de manera desesperada.

"Como no tengo beca, lo tengo que pagar o me botan (de la universidad)", agregó Monsanto, revelando la realidad a la que se enfrentan muchos estudiantes.