Inicio  





 Lo Más Visto
- ByteDance optaría por cerrar TikTok en EE.UU. en caso de agotarse las opciones legales
- Las 10 mejores ofertas de alimentos según doctorshoper.com
- Ciberataque causa retrasos en muelles de carga
- Sexagenaria cae en pescaíto y paga miles de dólares
- Hombre comete fraude contra personas de edad avanzada en Aibonito




  Que no te cojan de...
Bookmark & Share

3 de diciembre de 2010

El Vocero

Llamadas telefónicas hostigadoras, amenazas de demandas, obras que no contienen el origen de su procedencia o si no es inventado, certificaciones temerarias de obras realizadas en un medio pero certificadas con otro, cuadros intervenidos con colores que no son los originales y vendidas como tal, y la venta de una misma obra original pero como si fuera concebida en serie, parecen ser las subtramas que vienen cercando la presumible venta audaz de obras falsificadas de pintores boricuas muertos, en el mercado local.

Una de las más visibles controversias que abordan estos graves incidentes son dos demandas por difamación contra la pintora y publicista puertorriqueña Lizzy Marín, al negarse a certificar obras de su padre que ha considerado sospechosas. Su abogada Claudia Izurieta Berríos explica que al no certificarlas como originales, se la ha demandado por difamación —aunque esta figura penal no aplique al caso–. El pliego aduce que los demandantes han perdido negocios con sus clientes.

"Me he negado a certificarlas porque tengo una responsabilidad y una autoridad de mi padre de hace muchos años para hacer esto. Todo el mundo en el arte sabe que soy la que certifico y cuando lo hago me tienen que traer la obra; y todavía yo se la enseño a Augusto. Yo tengo una responsabilidad con los museos, los inversionistas y coleccionistas; y yo no puedo autentificar una obra si es sospechosa. Se me han presentado obras supuestamente originales de Marín de los años 60, básicamente pinturas, aún sabiendo nosotros en manos de quienes han estado durante los últimos 40 años. He trabajado mano a mano con papi con sus dos exposiciones retrospectivas y cuando se hicieron las listas, esas obras no aparecen en ningún lado. Yo sólo me he negado a certificarlas y en su momento saldrá a flote todo esto", expresó Lizzy Marín.

Para ampliar este espectro, el veterano dealer de arte y productor de esculturas en bronce, Carlos Soler, explica que en el modus operandi de este sector, no se presenta un certificado, a menos que la obra hable por sí sola. No obstante, éste subraya, aunque admite no tener pruebas pero sí los conocimentos, que esto viene ocurriendo desde 2001-2; y cada vez más la venta se ha puesto más osada.

"Esto ha sido causado en parte por la avaricia, el desconocimiento y por la ley del silencio; porque así mismo se perjudican muchos coleccionistas porque obran de buena fe. Mi propósito no es sacar a nadie del medio ni hacer daño, ya que yo he sido amenazado dos veces telefónicamente. No que me van a matar sino veladamente. Le dije a la persona que a mí, no me iba a intimidar nadie, aparte de amenazarme con demandas. Yo no le estoy acusando de falsificador; pero tampoco puedo callar dado que mi silencio me haría cómplice. Pero, hay decenas y decenas de cuadros falsos. Aquí se han falsificado cuadros de Tufiño, Botello, Marín, Oliver, Arana, Olga Albizu, Hernández Acevedo, Oscar Colón Delgado, Narciso Doval, Ramón Frade y Pou ya fallecidos, y de Marín quien está enfermo. Creo que el coleccionismo va a temblar porque ya se ha sembrado la semilla de la duda y los cuadros pueden devaluar", declaró Soler.

Ambos Marín y Soler recomiendan a todos los coleccionistas desde 2001-2 en general, con obras de artistas puertorriqueños fallecidos —que son más difíciles de certificar—, a que se legisle o las sometan a pruebas de carbón 14 o de pigmentos para ratificar su autenticidad. O, que se cree una Junta Examinadora de expertos para realizar dicha labor.

"Conozco, entre dos personas nada más que han perdido medio millón de dólares; pero otros han perdido entre cientos y cientos de miles de dólares. Y eso, puede implicar transportación interestatal. Nosotros hemos puesto nuestro granito de arena y es nuestro deber. Esto hay que pararlo porque le está haciendo daño a muchos. Hay obras falsificadas de los 40 con un masonite del año 2000, por ejemplo. Los galeristas que tienen obras de Marín y de estos artistas mencionados, contáctennos porque lo queremos es proteger y no se siga haciendo esto.

¡Qué se pare! En Puerto Rico, se piensa puede haber entre 80 y 100 obras falsificadas de estos artistas", concluyó Soler.