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  Orejitas
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10 de junio de 2010

La Opinion

Igual que las vacunas, desde que nacen debes estar al pendiente de los sentidos de la vista y el oído de tus hijos y periódicamente checar que su funcionamiento sea el correcto para así evitar malos diagnósticos y consecuencias negativas en la vida escolar y social de tus hijos.

Ojos

Desde los 2 años hasta la adolescencia, los niños pueden presentar una variedad de problemas en la vista, como hipermetropía, astigmatismo, miopía y alergias oculares.

Sin embargo, hay una condición que preocupa particularmente a los especialistas de la visión: el ojo perezoso.

"Esto sucede cuando por algún motivo una enfermedad ocular o un problema del ojo no transmite una imagen clara a la retina y de ahí al cerebro y éste no desarrolla la visión al 100 por ciento", explica Carolina Cantú Lee, oftalmóloga pediatra egresada del Hospital Children's National Medical Center de la Universidad George Washington, en Washington, DC.

"Si no se desarrolla esta visión en los primeros 8 años de vida, después queda una secuela, a pesar de que se corrija el problema a los 9 ó 10 años, esta secuela es casi permanente".

Lo malo es que la mayoría de los ojos perezosos pasan desapercibidos porque a veces sólo sucede en un ojo y los niños no tienen punto de comparación como para saber que su visión no es normal.

"De hecho, el ojo perezoso es más común que cualquier enfermedad que se presenta en el esquema de vacunación nacional. Sin embargo, a todos nuestros hijos los tenemos más vacunados que nada, pero no los llevamos a checar de los ojos", dice Cantú Lee.

Lo recomendable es que al nacer les realicen un chequeo de reflejos de pupila, después se requiere una revisión formal entre los 2 y los 4 años de edad con un examen completo para prevenir el ojo perezoso. Dependiendo de lo que diga el especialista, los chequeos se realizarán cada año o, si todo es normal, cada 2 ó 3 años.

"Algunos papás dicen: 'Está chiquito, lo voy a checar cuando esté grande', pero realmente ya es tarde pues lo debió checar en preescolar, no en escolar. Es cuestión de educación y conciencia".

Oído

La otitis, o inflamación del oído medio, es de las enfermedades más frecuentes en los niños, y está entre las primeras cinco causas de consulta infantil, dice el otorrinolaringólogo pediatra Ramiro Santos.

Es tan común como poco detectada y sus consecuencias pueden afectar para siempre la vida de tu hijo.

¿Cómo es eso?

Tan simple como que un niño que tiene una inflamación en el oído puede desarrollar retraso en el lenguaje, ser demasiado introvertido y en ocasiones hasta puede ser mal diagnosticado como autista, cuando lo que tiene es una inflamación que le impide escuchar.

"Me han tocado casos en los que los niños se catalogan como hiperactivos o que no hacen caso, son tremendos los niños, o hasta casos en que me los han traído como autistas, y nada qué ver.

"Traen el oído lleno de moco, traen una otitis media con derrame, lo tratas y el niño después es otro completamente", afirma el especialista.

Los niños muy pequeños, después de los 8 ó 9 meses y hasta los 2 años de edad, con problemas en el oído son irritables, duermen poco y se tocan los oídos frecuentemente.

En los mayores, los síntomas son el retraso del lenguaje, que digan fonemas mal o que los confundan se vuelven retraídos o muy introvertidos y parece que no hacen caso, cuando en realidad tienen un déficit de audición.

Para prevenir la otitis media por derrame, de las más comunes, que ya se vuelve crónica y podría causar sordera permanente en algunos casos, es importante llevar con el especialista al niño cuando tenga cualquier catarro o infección, pues el oído se comunica internamente por las trompas de Eustaquio con la nariz.

"Se puede prevenir llevándolo al médico periódicamente y que lo valore, porque a veces te das cuenta que tiene varios años con el problema", explica Santos.

"Muy frecuentemente son valorados por los padres que no observan la completa desaparición del problema, ni siguen un esquema de antibiótico hasta que desaparezca el padecimiento", comenta el especialista.

Lo más importante es detectar a tiempo cualquier complicación, ya sea provocada por una enfermedad o algo congénito, por lo que un seguimiento y estudios de audiometría son recomendables.

¿Cómo detectarles un problema de la vista?

- Presenta dolor de cabeza.

- No le gusta leer o lo evita a toda costa.

- Batalla para localizar el renglón o las líneas en el texto.

- En los deportes no ve el balón y prefiere no participar.

- Entrecierra los ojos para enfocar o se acerca al pizarrón para ver mejor.

- Cierra un ojo al salir al sol.

- Gira la cabeza hasta acomodarse para ver mejor.

- Se le desvía uno de los ojos.

- Se tarda mucho en copiar las cosas del pizarrón o copia mal la tarea.

- En el salón busca sentarse en los pupitres de adelante.

- Al ir en el coche, no alcanza a leer los anuncios panorámicos.

¿Cómo detectarles un problema del oído?

- Le sube mucho a la televisión.

- Es retraído o introvertido.

- Se muestra rebelde, indisciplinado e hiperactivo.

- Parece que no te hace caso cuando le hablas.

- Te escucha sólo cuando puede verte de frente, pues algunos logran leer los labios.

- Por la noche necesita estar agarrando a su mamá, abrazándola o tocándola.

- Tiene mareos o vértigo constantemente.

- Batalla para caminar o tarda en desarrollar la motricidad.

- Llora con frecuencia y sin motivo aparente.

- Presenta dolor, fiebre y dice que tiene el oído tapado.

- Comienza a salirle algo de mucosidad o pus de algún oído.

- Baja su rendimiento escolar sin razón que lo justifique.