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27 de enero de 2010

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Tokio, 27 ene (EFE).- Toyota Motor suspendió hoy la venta de ocho modelos en Norteamérica por problemas de seguridad, una medida excepcional que puede frenar la recuperación que aventura el gigante japonés para 2010.

Con la finalidad de solucionar definitivamente los problemas con la aceleración involuntaria de sus modelos más populares en Estados Unidos, Toyota ha decidido además detener temporalmente las operaciones en cinco plantas y dejar de vender los modelos que engrosan el 57 por ciento de sus vehículos nuevos en Norteamérica.

La suspensión de las ventas de éxitos como el Camry, el más vendido de Estados Unidos desde 2007, y otros como los populares RAV4, Corolla o Matrix, hasta un millón de vehículos anuales, puede suponer un gran golpe para la credibilidad de Toyota en su primer mercado.

El Camry se había convertido en uno de los automóviles mejor valorados por los consumidores estadounidenses por su relación calidad-precio, equilibrio que se ha resquebrajado con la llamada a revisión por segunda vez en menos de cuatro meses de 2,3 millones de vehículos Toyota.

En septiembre, Toyota ya llamó a revisión a 4,2 millones de vehículos en relación con incidentes en los que el pedal de aceleración se atascaba debido a alfombrillas defectuosas. Ahora la aparición de casos similares en los que no estaba presente esa moqueta ha vuelto a hacer saltar las alarmas.

Toyota revisó ayer al alza sus previsiones de ventas para 2010, año en el que espera vender en todo el mundo un 6 por ciento más y llegar a los 8,2 millones de unidades, así como salir de las pérdidas en el ejercicio fiscal 2011.

La senda de la recuperación está amenazada si el problema de las aceleraciones involuntarias, que podrían estar detrás de algo más de una decena de accidentes mortales en EEUU, se prolonga durante demasiado tiempo y daña la imagen de calidad de Toyota.

El fabricante aseguró hoy que el problema se restringe a Estados Unidos y Canadá debido a que los componentes y la mayoría de los modelos se concentran en ese mercado.

No obstante, el diario Nikkei informó ayer de que Toyota estudia tomar una medida similar en Europa y llamar a revisión a otros dos millones de sus automóviles, con lo que el número de vehículos bajo sospecha podría representar algo más de la mitad de toda la producción de 2009.

Esto para el primer fabricante mundial de automóviles es una mala noticia que complica su liderazgo en un sector cada vez más competitivo, donde tiene que hacer frente al asalto del surcoreano Hyundai en su feudo norteamericano y a la mejor marcha de Nissan y Suzuki en los mercados emergentes.

La Bolsa de Tokio no recibió bien la noticia de la suspensión de las ventas y la producción parcial en Norteamérica e hizo que Toyota, uno de los principales valores del índice Nikkei, perdiera algo más del 4 por ciento.

Según los analistas, Toyota ha intentado con estas determinantes medidas, que podrían costarle cientos de millones de dólares, dar una imagen de compañía que prima la seguridad de sus clientes sobre sus propios intereses empresariales.

Esta vez Toyota ha sido más rápido que la propia autoridad de seguridad vial estadounidense con la esperanza de que la desconfianza no se extienda entre los consumidores.

El temor es que el problema de los Toyota en EEUU adquiera la dimensión de otros casos como los vuelcos de los Ford Explorer con neumáticos Firestone, que fue el principio del fin de este modelo, además de objeto de demandas y una agria polémica.

Por el momento, el presidente de Toyota, Akio Toyoda, no se ha pronunciado abiertamente sobre los fallos en la aceleración de sus vehículos, aunque su responsable en EEUU ha descartado que tenga que ver con errores electrónicos y los ha calificado de "casos aislados".