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  Por el libro
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14 de septiembre de 2009

El Nuevo Herald

Un año después de que el sistema financiero casi colapsa, los mayores bancos del país han crecido y están recuperando el apetito por el riesgo.

Goldman Sachs, JPMorgan Chase y otros --que han recibido decenas de miles de millones de dólares en asistencia federal-- una vez más apuestan grandes sumas en deuda, materias primas y productos financieros exóticos, cuya negociación prácticamente se paralizó durante la crisis financiera.

El hecho de que Wall Street esté esencialmente ganando dinero de la misma manera que prácticamente puso al borde del abismo al sistema bancario el otoño pasado, es motivo de preocupación a muchos niveles, según analistas financieros y autoridades del gobierno.

* No ha habido cambios significativos en las normas federales que gobiernan el sistema bancario. Las propuestas para aumentar el nivel de supervisión del sistema financiero y monitorear los productos que los bancos venden a los consumidores han sido paralizadas por cabilderos, legisladores y autoridades normativas que insisten en proteger su territorio.

* Gracias a las fusiones y la quiebra de Lehman Brothers, los grandes bancos cuya quiebra se evitó con la inyección de miles de millones de dólares del gobierno, ahora son más grandes, lo que aumenta el riesgo que representan para el sistema financiero. Y siguen apostando a que, en conjunto, valen mucho más que el capital con que cuentan para cubrir las pérdidas potenciales.

* La respuesta del gobierno a la debacle del año pasado fue gastar lo que hiciera falta para proteger al sistema financiero del colapso, un precedente que podría animar al sector privado a correr riesgos todavía mayores.

Lawrence Summers, director del Consejo Nacional Económico de la Casa Blanca, opina que hace falta a la brevedad una reforma de las normas financieras para mantener la seguridad del sistema financiero a largo plazo.

"No se puede esperar que las cicatrices de las crisis pasadas sirvan para prevenir prácticas que nos lleven a nuevas crisis en el futuro', manifestó Summers.

Nadie ha pronosticado otro desplome a causa de transacciones de alto riesgo en el futuro cercano. Lo preocupante es más bien lo que podría suceder a largo plazo a medida que aumente la confianza de los bancos y se desvanezcan los recuerdos de la crisis financiera del 2008.

¿Acumularán sus apuestas al punto que se forme otra burbuja de activos y --como sucedió con los valores respaldados por hipotecas-- su caída ponga en peligro a los bancos y la economía en general?

"Estamos viendo el mismo comportamiento en los bancos y eso podría conducir a paralelos enormes y horripilantes', dice Simon Johnson, ex economista jefe del Fondo Monetario Internacional.

Correr riesgos es positivo hasta cierto punto. Cuando los bancos están dispuestos a invertir en compañías o prestar dinero a compradores de viviendas, eso alimenta el crecimiento económico y estimula el gasto del consumidor, lo que a su vez impulsa un ciclo de crecimiento.

El problema es cuando la búsqueda de ganancias lleva a los bancos a asumir riesgos excesivos. En el caso de la burbuja inmobiliaria, que reventó el año pasado, los bancos prestaron con demasiada libertad a consumidores con mal historial de crédito y apostaron demasiado a complejos instrumentos financieros que dependían de las hipotecas. A medida que los precios del mercado inmobiliario se desplomaban, lo mismo sucedió con la salud del sector financiero.

Debido a que las divisiones de corretaje de los grandes bancos hacen sus apuestas unas con otras, sus fortunas están entrelazadas. El colapso de uno puede amenazar a muchos si no pueden pagar sus deudas.

Este riesgo, llamado de contrapartida, es una de las principales razones por las que el plan de reforma normativa del gobierno de Barack Obama contempla la creación de una "supervisión sistémica de riesgos'.

El gobierno también estudia la posibilidad de establecer normas más estrictas de capital para los bancos, alegando que la compra de productos financieros exóticos sin reservas suficientes de efectivo fue una de las causas fundamentales de la crisis. El secretario del Tesoro Timothy Geithner ha exhortado a las naciones del Grupo de los 20 --que se reúne este mes en Pittsburgh-- a concretar un acuerdo sobre reservas de capital para finales del 2010 y que lo implemente dos años después.

Geithner no ha precisado cuánto capital adicional deberá exigirse a los bancos que mantengan en caja.

Cinco de los mayores bancos --Goldman, JPMorgan, Wells Fargo, Citigroup y Bank of America-- declararon en el segundo trimestre ganancias de $13,000 millones, más del doble que en el segundo trimestre del 2008, y casi dos tercios de los $20,700 millones que ganaron en el segundo trimestre del 2007, cuando la economía estaba fuerte.

Mientras tanto, Bank of America y Wells Fargo originan hoy en día 41 por ciento del total de hipotecas de vivienda respaldadas por Fannie Mae y Freddie Mac, según Inside Mortgage Finance. Los bancos ganaron $284,000 millones en esos préstamos durante la primera mitad de este año, por encima de los $124,000 millones ganados durante el mismo período del año anterior.

"Los grandes bancos tienen ahora más poder que antes', dijo Johnson, que ahora es profesor de la Facultad Sloan de Administración del Instituto Tecnológico e Massachusetts (MIT). "Su participación en el mercado ha crecido y tienen una enorme influencia en Washington'.

La recuperación de Wall Street también se debe al alza del mercado bursátil, que ha hecho subir el índice S&P 500 casi 54 por ciento desde el 9 de marzo, cuando tocó su cota mínima en 12 años.

A pesar de la vuelta a la rentabilidad, no estamos en los vigorosos días de antes de la crisis. Para cumplir los requisitos de asistencia del gobierno, las firmas más importantes de Wall Street ya no pueden sobrealimentar sus ganancias tomando en préstamo hasta 30 veces el valor de sus activos para apostar por acciones, deuda y otras inversiones.

Los negocios respaldados por banqueros e intermediarios de Wall Street dicen que han notado otros cambios. Por ejemplo, sus clientes ya no gastan tanto en comida, bebidas y diversiones como durante los años de auge.

En Fraunces Tavern, un bar de lujo al doblar de la esquina de la Bolsa de Nueva York, los empleados de Wall Street que bebían oporto a $25 la copa escasean en estos momentos.

"Ahora estamos ofreciendo happy hours', afirma Damon Testaverde, uno de los dueños de Fraunces Tavern. "Nunca lo hicimos antes. Tenemos mucho menos clientes'.

Pero algo esencial para Wall Street no ha cambiado: los grandes bancos y sus intermediarios siguen buscando maneras creativas --especulativas, según algunos-- de ganar dinero.

Siguen empaquetando hipotecas de alto riesgo y las venden a inversionistas, que pueden conseguir mayores ganancias si compran los valores respaldados por las hipotecas de más riesgo. Esa fue la práctica que ayudó a diseminar la crisis.

De cierta manera, el gobierno ha envalentonado a los bancos a que sigan vendiendo valores de alto riesgo. Desde que estalló la crisis, programas federales de emergencia han ayudado a evitar el desplome de los bancos. Pero ahora, a medida que se recupera el sistema financiero, el gobierno planea ir eliminando parte de esta asistencia, lo que deja a los bancos más vulnerables a apuestas atrevidas que puedan fallar.

El gobierno de Obama ha propuesto medidas para reducir los riesgos que representan los grandes bancos, como obligar a los bancos a conservar más capital para cubrir pérdidas y tratar de aumentar la transparencia de los mercados en que los bancos negocian los instrumentos financieros más complejos y, potencialmente, de más riesgo.

Un componente importante del plan de Obama --crear una entidad que supervise la negociación de productos financieros a los consumidores-- tendrá dificultades en el Congreso. El cabildeo del sector contra esta y otras normas financieras propuestas ha sido muy fuerte.

Los cabilderos que representan los fondos de cobertura, los mayores fondos de inversión de personas de alto patrimonio, han conseguido rechazar propuestas que contemplan exigirles que se inscriban ante la Comisión de Bolsa y Valores y reportar sus inversiones de manera regular.

Y esos inversionistas también han regresado a la rentabilidad después de un triste 2008. Los mayores mil fondos de cobertura en la base de datos de Morningstar declararon una ganancia promedio de 11.9 por ciento hasta julio. En el 2008 esos mismos fondos perdieron un promedio de 22 por ciento.

"¿Ha habido cambios superficiales?", se pregunta Timothy Brog, gerente de cartera financiera de Locksmith Capital, fondo de cobertura de Nueva York. "Por supuesto. ¿Ha habido cambios sistémicos? Definitivamente no'.