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  Por el libro
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17 de agosto de 2009

La Opinion

Nueva York — "Josie Almonte me vendió un sueño presentándome el apartamento que siempre había soñado y que llevaba buscando desde hacia nueve meses", relató Hilma Amarante, una de las víctimas de un fraude de vivienda.

Para poder mudarse a ese apartamento de dos cuartos y dos baños con su hijo adolescente, Amarante le entregó a Almonte sus ahorros de cuatro años: $10,000 para el depósito que supuestamente pedía el dueño.

"Es muy penoso para mí porque siempre les digo a los viejitos que no se dejen engañar y ¡mira como caí de fácil!. Yo pensaba que nunca me iba a pasar a mí", dijo Amarante, quien trabaja en una farmacia del Alto Manhattan y pidió no ser fotografiada.

Como Amarante hay al menos otras 12 personas y se espera que aparezcan más. Almonte está en libertad bajo fianza acusada de estafar entre $3,000 y $10,000 a cada una de sus víctimas, haciéndoles creer que les iba a alquilar las viviendas que les mostraba.

Muchas no sólo perdieron su dinero, sino la certificación de la Sección 8, por la que el Departamento de Vivienda de la ciudad dice a los caseros que pagará parte de la renta. La certificación expira a los seis meses, y si sus titulares no han encontrado apartamento en ese periodo tienen que proceder a renovarla, algo que Almonte no hizo.

Fue cuando los certificados caducaron que algunas de sus víctimas acudieron a la oficina del presidente de Manhattan, Scott Stringer, en el Alto Manhattan. Allí se dieron cuenta de que los casos estaban relacionados con la misma mujer, Josie Almonte, quien les dijo que les iba a ayudar con el Departamento de Vivienda y les mostraba viviendas que podían alquilar.

"Este es el mayor caso de fraude que hemos visto en esta oficina", dijo Stringer a EL DIARIO/LA PRENSA.

Su oficina contactó al comisionado de Vivienda, y logró que se extiendan los certificados de Sección 8 a las víctimas. Además, está colaborando con la fiscalía de Manhattan en la acusación criminal.

"Queremos alertar a la gente de lo que puede pasar y estamos llamando a los presidentes de otros condados para impedir que les pase a otros, sobre todo a aquellos que tienen la barrera del idioma", dijo.

Otra víctima, Cheryl Tejada estaba embarazada de su segundo hijo y vivía en un cuarto con su otro bebé cuando conoció a Almonte a finales del 2008 y le entregó unos $6,000 para el depósito.

"Me enseñó seis casas para alquilar en diferentes lugares de El Bronx y como tenía problemas con mi embarazo se hizo cargo de llevar mis papeles de la Sección 8", relató. "Un día me hizo recoger todo lo que tenía en el cuarto y me dijo: ‘prepáralo todo porque ya tú te mudas’. ¡Hasta me dio la llave de la casa!, pero cuando fui no abría…", dijo.

Como resultado, Tejada perdió el cuarto, tuvo que alquilar un almacén para sus cosas y ha tenido que mudarse con sus dos hijos, el pequeño de cuatro meses, a la casa de su madre. "Se la tengo invadida", se lamentó.

Cuando Tejada llamó a la Sección 8 descubrió que su certificación había vencido y le pidió a Almonte su dinero.

"Me dio un cheque y cuando lo deposité me lo devolvieron. La llamé y contestó que le habían congelado su cuenta. A la semana [28 de julio] la metieron presa", dijo Tejada.

Las víctimas de Almonte dicen que inspiraba confianza, siempre contestaba sus llamadas y tenía una explicación razonable, nunca perdía la calma (ni siquiera cuando algunos la confrontaron), y parecía verdaderamente preocupada por ellos como en el caso de Tejada, visitándola en el hospital.

"Me decía cosas que se veían reales, que tenía a alguien en la Sección 8 y debía de ser cierto, porque un día hice una cita y ella me dijo el día y la hora", contó Tejada.

Almonte no respondió a nuestras llamadas y no fue posible dejarle un mensaje porque su buzón estaba lleno. Su abogado Ernest Hammer se negó a hacer declaraciones.

"A todos nos vendió un sueño y ahora se ha convertido en una pesadilla", dijo Amarante, una de sus víctimas.