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  Por el libro
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16 de agosto de 2009

El Nuevo Dia

Mensualmente Edwin álvarez utiliza una fórmula frustrante y no recomendada para cumplir con sus responsabilidades financieras. álvarez define coloquialmente dicha fórmula como el tin ma rin de do pin güé o desvestir un santo para vestir otro, rutina a la que recurrió hace alrededor de tres años para pagar deudas y gastos básicos.

De esa forma lo hace también Juan Osorio, un artista gráfico y Elno Valentín, un maestro de escuela pública. Los tres ‘juegan’ con las facturas, dilatando su pago para así usar el dinero para otras prioridades.

"Así está la mayoría de la clase media. Este mes pagamos la luz. El teléfono y el agua se quedaron pa'l mes que viene", cuenta con resignación Osorio, quien tras perder su trabajo y encontrar otro de menor salario se acogió a la Ley de Quiebras.

álvarez y Valentín explican que mayormente postergan el pago de la luz, el agua o el cable porque no afecta el crédito. "Puedo jugar con (el pago de) la luz porque es donde está el ‘chunk’ más grande. Para sacar $200 de cantazo, prefiero pagarlos en libros para regreso a clases y luego pago atrasado. La cosa es no dejar pasar dos meses en atraso o la cortan", dice.

Valentín y álvarez -con presupuestos familiares de $80,000 y $55,000 anuales, respectivamente- dijeron que a veces "cuando la cosa está más apretada" o surge alguna emergencia familiar que requiere dinero, postergan también el pago de sus respectivas hipotecas.

Preparan presupuestos mensuales dando prioridad al pago de comestibles, a la hipoteca y a los colegios. Por consiguiente, las cuentas de ahorro son cosa del pasado o pozos secos, no han tenido alzas salariales en años y tienen una o dos tarjetas de crédito que usan para emergencias.

Incluso Valentín -el único que paga impuestos al Centro de Recaudaciones de Ingresos Municipales- mantiene atrasado el pago de tal tributo. álvarez, por su parte, consolidó todas sus deudas con una agencia y un préstamo de $9,000 que le dio su padre.

Todos los entrevistados coincidieron en que el alza en los comestibles, la luz, la gasolina, mayores tributos y mala administración de su parte han sido factores que han contribuido a que sus salarios se reduzcan, aunque no suban las deudas.

Se visualizan como el estrato del país con la mayor carga económica. Hablaron de lo difícil que se les hace rendir sus planillas de contribuciones sabiendo que "todo ha subido", que no han habido reformas contributivas que los auxilien y que las agencias del Gobierno no tienen ayudas disponibles para ellos, como el Programa de Asistencia Nutricional. "Nosotros somos las personas más castigadas por el Gobierno", afirma Valentín.

Respira profundo cuando se le pregunta cómo hará para pagar a Hacienda -en septiembre- el nuevo impuesto a la propiedad inmueble. Ya cambió a uno de sus dos hijos a escuela pública y eliminó gastos de diversión y vacaciones. Los acondicionadores de aire no se usan y los viajes en auto son planificados.

Colocar a sus respectivos hijos en escuelas públicas es el próximo paso de álvarez y Osorio.

Una clase cargada

"Esta clase que hemos mencionado prácticamente carga la producción en Puerto Rico. Son piedra angular", sostiene el economista José Alameda.

Su homólogo Gustavo Vélez estima que en Puerto Rico la tasa de participación es de 43%. "Quiere decir que de cada 10 puertorriqueños, cuatro están trabajando o buscando empleo. El otro 57% coge ayudas del Gobierno o está en la economía subterránea. O en ambas".

Vélez y el también economista Carlos Soto dijeron que la estrechez del salario de la clase media revela su empobrecimiento con efectos nocivos para el país. "Puedes estar fomentando la evasión contributiva, la migración y que otros vayan a vivir del Gobierno", precisa Vélez.

Los economistas agregaron que la mayoría de las alternativas para este problema recaen en el Estado. Para ellos, es imperativo que el Gobierno aumente la cantidad de contribuyentes, haga una reforma contributiva y desista de penalizar, en vez de incentivar el trabajo.

"El sistema está planteado para que en vez de que la clase media crezca, sea todo lo opuesto. Se desincentiva el trabajo. Se ha acentuado en los últimos años por los nuevos impuestos, una política pública económica fracasada y la falta de una política pública que promueva el crecimiento de los sectores formales de la economía. Si no se examina eso el país no va a poder generar los niveles de riqueza para encaminarse al desarrollo económico", sostiene Vélez.

Agrega que la clase trabajadora paga las contribuciones que sostienen la educación pública, la seguridad, la salud y la infraestructura. Además, pagan colegios privados, seguridad en sus residencias, agua y luz (cuya factura incluye un porcentaje por aquellos que no pagan y hasta por la pérdida del servicio).

Ante esta realidad el sociólogo José Rodríguez dice que la clase media debe ser más solidaria y reaccionaria ante "los que establecen leyes y política pública en el país para que tomen en consideración que nuestra clase media está sobreviviendo".