13 de julio de 2009
El Nuevo Herald
Pese al auge sin precedentes de la construcción de grandes edificios, lo que amplió la base impositiva durante más de una década, Miami se está deslizando hasta bordear su peor crisis financiera desde 1996, cuando la ciudad consideró declararse en quiebra y le cedió el control de sus asuntos diarios al estado. La Ciudad ha agotado sus reservas en más de $50 millones para resolver déficit operativos en cuatro de los cinco años recientes, un declive que comenzó bastante antes de la crisis económica nacional. Para ir resolviendo, Miami ha estado pasando dinero de sus fondos de mejoramiento capital al presupuesto general de la Ciudad, una práctica parecida a la de un propietario de casa que habiendo separado dinero para mejoras, empieza a usarlo para pagar las facturas de los víveres. Estas medidas no son fácilmente accesibles al público. Miami está en una situación mucho más sólida hoy que hace una década, cuando estaba al borde de la bancarrota y los comisionados y administradores tenían que pedirle permiso para todo a una junta de fiscalización estatal. Pero el menguante fondo de reserva y las transferencias monetarias pueden ser señales de advertencia bien anticipadas. Para algunos se asemejan a las alertas de la crisis fiscal de 1996, causada en gran medida por la capacidad de la ciudad de ir moviendo millones de dólares en 800 cuentas separadas, lo que acabó por encubrir un déficit de $68 millones. "Siguen diciendo que todo va bien, que no hay que preocuparse, que esto lo resolvemos', dice el comisionado Tomás Regalado, el único de los comisionados cuya posición data de la crisis anterior. "Esto es una repetición de lo que oímos sobre el presupuesto [en 1996]. Entonces todo se hundió'. "Creo que tenemos problemas. Tenemos problemas', recalca Regalado, quien está aspirando a la alcaldía de la ciudad. En un mensaje electrónico, el director de Finanzas de la ciudad expresó su temor de que los traslados de dinero "recuerdan las prácticas de los años 90'. El alcalde Manny Díaz y los más importantes administradores de la ciudad dicen que no hay comparación con el Miami de 1996. Pero Díaz, que está a punto de presentar el presupuesto final de sus ocho años de alcaldía, añade: "Sin duda, este próximo presupuesto anual es el más difícil que he tenido que confrontar. Entre las causas del drenaje de dinero del municipio están: • Un muy fuerte incremento de 400 por ciento en las obligaciones de la ciudad en pago de pensiones desde el 2001. • La insuficiencia presupuestaria para cubrir millones de dólares en aumentos de sueldo, pagos retroactivos y tiempos extras, concedidos en nuevos contratos con sus tres sindicatos en el 2007. • El costoso saldo de $15.55 millones de la controversial demanda colectiva por la cuota de bomberos. Joe Sánchez, que preside la comisión y también está aspirando la alcaldía del municipio, tiene proyectadas dos audiencias presupuestarias de emergencia para agosto. "Nadie se va de vacaciones', dijo Sánchez. "Esto es para enfocar la crisis del presupuesto'. Hoy, las reservas de Miami, el dinero separado para confrontar emergencias, es de unos $88 millones, un poco menos del monto designado como límite en la ordenanza de ‘‘integridad financiera' promulgada al final de la pasada crisis. Pero la declinante reserva sólo revela una parte de un cuadro financiero más complejo, según halló un examen realizado por el Herald. Algunos administradores clave de la ciudad han orquestado una serie de transferencias de varios millones de dólares que, según creen algunos, ocultan al público la verdadera magnitud de los déficit. Hoy, incluso el director de presupuesto de la ciudad, que defiende los métodos de ésta, dice que él mismo todavía no ha podido desenredar el laberinto de esas transferencias monetarias. Hace sólo dos años, el paisaje miamense estaba lleno de grúas que construían nuevos rascacielos. Los valores de la propiedad habían subido a niveles sin precedentes. La burbuja no se había reventado. En lugar de hacerse de un superávit sin precedentes como otras ciudades, Miami empezó a gastar dinero que, para fines del 2007, había extraído $25.8 millones a las reservas que cuatro años antes habían llegado a $141 millones. La cifra habría sido mucho mayor si Miami no hubiera inventado una magia de contaduría, cobrado cifras sin precedentes en impuestos y salido a la cacería de capital ‘‘suelto'. Para entonces, Miami --y decenas de ciudades de todo el país-- había adoptado una artimaña de contaduría que le restaba $15 millones a las obligaciones pendientes de corto plazo del municipio. Pero eso cambió cuando un juez le ordenó a la ciudad pagar $15.55 millones de un arreglo de $17.1 millones por haber cobrado ilegalmente cuotas de servicios de bomberos durante varios años. Otro golpe duro fue que la ciudad no facturó suficiente dinero en el 2007 para cubrir el impacto de las negociaciones de contratos con sus tres sindicatos principales. Los aumentos gestionados, la paga retroactiva, el pago de tiempo extra y otros beneficios costaron más de $35 millones ese año. También hubo aumentos meritorios otorgados en varios departamentos que empeoraron el problema. Kelly McGary, que se mantiene al tanto de los asuntos del municipio y trabaja en Fitch Ratings, dice que "las operaciones financieras de Miami son volátiles y siguen confrontando tensiones asociadas con... una base de ingresos neutral o deficiente'. Ella culpa de la mayor parte de los déficit recientes a "generosos aumentos de salario sin presupuestos adecuados'. Pero el peor peligro para los contribuyentes es el costo cada vez mayor de las pensiones de empleados. La ciudad se prepara para gastar $99 millones para cubrir sus obligaciones pensionarias para el 2010 ($32 millones más este año, en su mayor parte debidos a la caída de la bolsa de valores). Si eso continúa, "espero que caeremos en una crisis financiera', dijo el comisionado Marc Sarnoff refiriéndose a los problemas de pensiones sin resolver. Los orígenes de estos problemas sin resolver datan de las décadas de los años 60 y 70, cuando los administradores solían usar las pensiones de los empleados para mantener los impuestos bajos y equilibrar el presupuesto. En 1977, un grupo de bomberos demandó a la ciudad. La demanda se saldó en 1985, a un enorme costo: aumentando los pagos multimillonarios en los próximos 27 años para compensar las acciones indebidas del pasado, además de abundantes ajustes por el coste de vida y los aumentos contractuales normales, todo lo cual ha hecho que los retiros de $100,000 al año sean algo común. Los dirigentes de la ciudad llevan más de dos años tratando de renegociar las pensiones con los sindicatos de policía, bomberos y empleados en general, sin resultado. Armando Aguilar, dirigente del sindicato de policías, dice que los gobernantes de la ciudad pudieron haber acumulado reservas durante la época buena. Ahora que no hay dinero y la economía es un desastre, ve mal que el municipio culpe a los sindicatos. "Siempre gastan el dinero en otras cosas y ahora están en un aprieto', dice. Díaz opina distinto, señalando que las ciudades no deben dedicarse a ganar dinero. "Nuestra ocupación es suministrar servicios. No enviamos dividendos trimestrales'. Ahora que se prepara para dejar su cargo, Díaz dice que no le pesa haber gastado dinero para rehacer a Miami para el siglo XXI, citando las construcciones del downtown, nuevos centros de artes y el futuro estadio de béisbol, entre otros proyectos planeados. "Esta ciudad se ha reconstruido significativamente, y se seguirá reconstruyendo', dice el alcalde. Antes de ser elegido en el 2001, dice, "en la ciudad no se había arreglado un mald... calle o acera, ni se había remozado ningún parque durante décadas'. Aún así, Díaz reconoce que no ha logrado resolver el problema de las pensiones que, de seguir como está, estorbará a los contribuyentes durante décadas. "Es inmenso', afirmó. Fue durante el año contractual del 2007 que el director presupuestario Michael Boudreaux, con el visto bueno de su jefe, el administrador de Finanzas Larry Spring, inició su búsqueda de fondos extra para equilibrar los crecientes déficit. Para principios del 2007, Boudreaux identificó $13.1 millones de lo que dijo eran fondos no usados para mejoras que podían ser devueltos al Fondo General --la chequera operativa de la ciudad-- durante una rutinaria votación anual de la comisión para ‘‘cerrar los libros' del último año fiscal. Spring le dijo al periódico que las medidas eran apropiadas porque el dinero se había originado en el Fondo General. Un año más tarde, Boudreaux identificó otros $13.3 millones en fondos de capital "no gastados' que la comisión le autorizó a transferir de vuelta al Fondo General para reducir el déficit fiscal del 2008. Ese dinero también se había originado en el Fondo General, dijo Spring. Mensajes electrónicos conseguidos por el Miami Herald muestran que la transferencia provocó un tenso debate aquel año entre altos ejecutivos de la administración de Díaz. La directora de Finanzas Diana Gómez cuestionó si alguno de sus colegas y jefes estaban maquillando el cuadro financiero en sus informes a los comisionados. También protestó porque la ciudad nunca hubiera registrado exactamente los $26.4 millones en transferencias. Gómez dijo que, al transferir ese dinero fuera del plan capital en el 2007 y el 2008, la ciudad estaba presentando un déficit de $59 millones de dos años como un faltante de $32.6 millones. Gómez estaba tan preocupada por la forma en que estas transferencias se estaban registrando, que temía perder su licencia de contadora si no llamaba la atención sobre esos problemas. "No creo que sea fiscalmente prudente o financieramente responsable enmascarar la pérdida en el Fondo General', escribió en un mensaje electrónico a Boudreaux en marzo. ‘‘Devolver los fondos al Fondo General es una solución ‘de una sola vez' que no afronta los problemas que provocaron el déficit. Recuerda las prácticas de los años 90, que llevaron a una crisis financiera'. En mensajes electrónicos a Gómez y en entrevistas con el Herald, Boudreaux defendió la forma en que había transferido los $26.4 millones en varias cuentas para mejoras de regreso a las arcas generales de la ciudad. Las transferencias, dijo, salvaron empleos y evitaron potenciales despidos en el 2007 y el 2008. No se eliminaron proyectos, afirmó, porque había encontrado otros fondos para rellenar el fondo capital. Los comisionados dicen que Boudreaux y sus jefes habían revelado esas transferencias en reuniones informativas privadas a las que Gómez no había asistido. Pero los movimientos de fondos nunca fueron explícitamente detallados en las agendas de la comisión, resoluciones o transcripciones accesibles al público. Aunque nadie está planteando que falte dinero, Boudreaux y otros admiten que los balances en varios registros de la ciudad no concuerdan. Cuando Boudreaux se hizo cargo del presupuesto en el 2006, dijo haber encontrado dinero para mejoras que no se podía justificar. Señaló que junto a su equipo habían pasado dos años tratando de averiguar de dónde provenían los $26.4 millones que él había identificado, y adónde se suponía que fueran. Al haber determinado que el dinero era de proyectos que habían sido terminados o eliminados, dijo que era posible transferirlo de vuelta al Fondo General. Boudreaux dijo que él y su equipo todavía estaban tratando de desenmarañar los libros del Departamento de Mejoras. "No creo que hubiera habido ningún intento fraudulento', dijo refiriéndose a los gerentes financieros del plan capital. "Pero es un enredo y todavía lo estamos desenredando'. Boudreaux dijo que los comisionados todavía tienen que ratificar la reducción general del plan capital de seis años y $737 millones, pero que su equipo todavía está tratando de garantizar que ha localizado todo el dinero no justificado. Es un departamento con una reciente historia de graves problemas. En enero del 2008, el Auditor General, Víctor Igwe, criticó a los dirigentes del gobierno municipal por no haber sabido rastrear millones de dólares en impuestos, donaciones y tarifas en los que estos circulaban a través de siete proyectos supervisados por el Departamento de Mejoras. Hace dos años, 14 empleados salieron esposados de sus oficinas y acusados de haber creado una operación fantasma de consultoría conocida como "La Firma'. El grupo hacía lucrativos trabajos de planificación y diseño de construcción para clientes privados, con recursos de la ciudad y mientras estaban trabajando para el municipio. Los 14 se declararon culpables de cargos reducidos de contravención y cada uno pagó $12,000 al municipio. Cuando Gómez comparó las recientes medidas del municipio con las prácticas de la década de los años 90, eso le cayó mal a varios veteranos del ayuntamiento. En diciembre de 1996, el municipio tuvo que declarar una emergencia financiera y el entonces gobernador Lawton Chiles nombró una junta estatal de cinco miembros para supervisar sus operaciones cotidianas. Wall Street clasificó los bonos del municipio como "basura'. Con el tiempo, el escándalo llevó a dos altos funcionarios de la ciudad, un comisionado y un poderoso cabildero a resultar convictos por cargos de corrupción. En la actualidad, los bonos de Miami reciben una clasificación positiva, y los $88 millones de reserva son un resultado directo de las salvaguardas que los dirigentes municipales tuvieron que instalar antes de que el estado cesara su control en el 2001. Con todo, el municipio está contemplando un déficit estimado en $50 millones el año que aparece en un presupuesto general de unos $524 millones. Los jefes de departamento están preparando rebajas generales de entre 10 y 15 por ciento. Parques, aceras, mejorías de drenaje y reparaciones de carreteras largamente esperados todavía no han empezado. Aunque los actuales déficit de Miami no son únicos --toda gran ciudad está afrontando problemas similares-- algunos expertos dicen que el municipio no estaría confrontando un déficit tan grande si no hubiera devorado sus reservas durante los años de la prosperidad. Adolfo Henríquez, que estaba en la junta que supervisaba las operaciones diarias de Miami a fines de la década pasada, dijo que las finanzas de la ciudad estaban "en gran forma' cuando el grupo se disolvió en el 2001. "Uno planifica para buenos tiempos y para malos tiempos. En los últimos años, en la ciudad de Miami ha habido una enorme base impositiva', dijo Henríquez.