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  Por el libro
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31 de marzo de 2009

La Opinion

"Lo fácil es firmar para que te den una tarjeta de crédito; lo difícil es pagar todas tus deudas". Así describe José Luis Aguirre su experiencia con el dinero plástico. "Compras regalos de Navidad, llantas, diesel, ropa y hasta comida, pero reaccionas cuando recibes los biles a fin de mes", comenta quien por muchos años solo pagó los cargos mínimos que el banco le requería, lo que engrosó y prolongó su deuda inicial.

Para detener lo que consideran una práctica "insostenible" del sector de las tarjetas de crédito, distintas asociaciones anunciaron ayer una campaña nacional que abogará por mayores regulaciones para esta industria.

La idea es detener las políticas "inescrupulosas" de las instituciones financieras que, afirman, cobran altas cuotas "escondidas" y las suben de manera injusta.

En un mensaje dirigido al Congreso, el cual analiza dos piezas legislativas enfocadas en la protección de los consumidores, la coalición pidió atender "el abusivo sistema que establece el tipo de interés en tarjetas de crédito".

"Creemos que los congresistas tienen que ayudar a resolver la crisis económica, pero también deben reformar el sistema financiero", señaló Tom Wenning, vicepresidente de la Asociación Nacional de Abarrotes (NGA).

Estas declaraciones se dan una semana después de que el presidente Barack Obama, en una reunión comunitaria en Costa Mesa, se pronunciara a favor de aumentar las regulaciones en este sector, pues, dijo, las tarjetas de crédito "empujan a la gente a consumir y son peligrosas".

Cifras de la Federación Nacional de Minoristas (NRF), otro grupo que se integró a la campaña, muestran el enorme crecimiento de ingresos por préstamos en tarjetas. En 2001, las financieras registraron $16,000 millones por este concepto, mientras que en 2008 alcanzó los $48,000 millones.

"Un cargo de 2% por cada vez que se desliza una tarjeta no parece decir decir mucho, pero los ingresos de quienes las otorgan han aumentado tremendamente", indicó Mallory Duncan, vicepresidente y consejero general de NRF.

La Federación de Consumidores estima que la deuda de tarjetas de crédito de los consumidores estadounidenses es de unos 850,000 millones de dólares; o sea cuatro veces más de lo que era en 1990.

A mediados de 2008, la Asociación de Banqueros Americanos (ABA) informó que los retrasos de pago en tarjetas de crédito alcanzaron un 4.51%, tras un aumento de 0.13%.

"El mapa es muy claro de lo que está pasando en este tópico", insistió Jennifer Hatcher, directora de relaciones gubernamentales del Instituto de Tiendas de Alimentos (FMI).

La defensa de los banqueros ha sido que el incremento al tipo de interés de sus tarjetas está relacionado con la caída de los valores en el mercado inmobiliario y de inversiones, el endeudamiento creciente de los consumidores, el alto índice de desempleo y el derrumbe del historial crediticio de los estadounidenses.

Voceros de ABA no respondieron ayer las llamadas telefónicas de este diario.

Peter Garuccio, portavoz de dicha asociación, declaró recientemente a La Opinión que los ajustes a los cargos son comunes en esa industria. "Si no cumples, si te pasas del límite, eso le está diciendo a la industria que representas mayor riesgo crediticio que antes, así que los intereses deben ser ajustados en correspondencia", mencionó.

En diciembre pasado, autoridades reguladoras federales adoptaron normas para las tarjetas de crédito, protegiendo a los consumidores de los aumentos de las tasas de interés sobre los saldos existentes.

Estas medidas, consideradas como las más drásticas tomadas en décadas y que entrarán en vigor en julio de 2010, permitirán a las empresas de este sector aumentar las tasas de interés solamente en créditos nuevos y las compras o anticipos que se realicen en el futuro, y no sobre los saldos actuales.

Una ventaja es que los bancos deberán notificar a los consumidores 45 días antes de que se realicen cambios en los términos de una cuenta, pero aplicarán una tasa más alta como sanción por no realizar pagos o realizarlos con atraso.

Esto último podría dañar por igual a los usuarios, ante las crecientes demoras de quienes han visto reducidos sus salarios o perdieron sus empleos, debido a la crisis económica.

De acuerdo con la asesora financiera Tower Group, los clientes de Visa, MasterCard y otras compañías, pagaron $14,600 millones en 2008, en penalidades por enviar sus pagos con retraso o por exceder su límite de crédito.

Para Mallory Duncan, de NRF, "uno de los objetivos de esta campana es mostrar qué tan caro es usar una tarjeta de crédito. Si alguna referencia a los clientes dice: ‘Aquí está la tarjeta de crédito y puedes tenerla, pero el costo será de $427 cada año’, muy pocas personas la tomarán", afirmó.

Según expertos, para no hundirse en un pantano de deudas es necesario hacer los pagos a tiempo, nunca utilizar el límite del monto autorizado y no dañar el historial crediticio por baja utilización de una tarjeta.

Cifras de la Federación Nacional de Minoristas (NRF), muestran el enorme crecimiento de ingresos por préstamos en tarjetas.

En 2001, las financieras registraron $16,000 millones por este concepto, mientras que en 2008 alcanzó los $48,000 millones.