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  Estirando el chavito
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21 de noviembre de 2005

Comidas, regalos, salidas, llamadas telefónicas, vacaciones, viajes. Durante las Fiestas, muchos deseos se ven realizados, los estómagos saciados y los espíritus reconfortados.

Pero si no se presta una atención sostenida y consciente al dinero que se invierte en los dispendios navideños, puede que después de efectuar el último brindis del año o de que los niños abran sus regalos de Reyes, nos espere una realidad más cruda y menos festiva, de bolsillos adelgazados, cuentas corrientes raquíticas, créditos excedidos y tarjetas bancarias agotadas.

Los expertos en consumo y economía familiar brindan sus mejores consejos para mantener los gastos bajo control y no desbaratar en unos pocos días el presupuesto de buena parte del año, en un época en la cual no sólo se gasta más sino que muchas de las cosas que adquirimos también cuestan más.

? Lo primero: vacúnese contra la adicción a las compras. El periodo navideño es una ?época de alto riesgo? para los compradores compulsivos, que necesitan gastar su dinero en las tiendas para calmar su ansia. Hay una serie de síntomas clásicos de este tipo de conducta que conviene vigilar. El adicto a la compra siente un gran placer con la adquisición, pero muchas veces no utiliza los objetos que adquiere sino que los acumula o pierde interés en ellos. No quieren que les acompañen a comprar, para no tener testigo de su gasto, y no suelen reconocer todas las compras que hacen.

? Mejor en metálico que por vía electrónica. En la economía también se aplica aquello ?de ojos que no ven...?, aunque en este caso es el ?bolsillo? que no siente (¡pero si que se resiente!). Es preferible pagar las compras al contado, en lugar de con tarjeta u otros medios electrónicos como internet o el teléfono. El llamado dinero plástico o virtual, da la falsa sensación de que ?en realidad? no se está gastando: anestesia la percepción del gasto.

? ¡Cuidado con el consumo emocional! Evite ir de tiendas o a los centros comerciales los días en que su tono anímico se encuentra demasiado alto, tendiendo a la euforia, o demasiado bajo, cercano a la tristeza o el vacío, ya que en estas situaciones -que se ven respectivamente exacerbadas por el ambiente festivo y por los ?días fríos grises de otoño-invierno- se tiende a comprar pensando que ?de alguna forma ya lo pagaré? o para ? ver si así se me levanta el ánimo?. Tampoco conviene comprar cuando se tiene hambre, prisas o mucho cansancio: dos situaciones que también inducen a bajar la guardia al comprar. El estrés tampoco es un buen aliado: impulsa a comprar cualquier cosa que se vea.

? Compre con las ideas claras y los nervios serenos. Lo ideal es acudir a comprar un día en el cual se encuentre más tranquilo y equilibrado, con un estado mental y emocional claro para someter sus adquisiciones y gastos a un juicio crítico. Esto puede parecer difícil en medio de un ambiente de fiesta y una corriente publicitaria que asocian la alegría y la diversión, con los regalos y el consumo, pero es razonable si se piensa en las consecuencias del gasto excesivo.

? Vaya ?en compañía? de otra persona y de una lista. Si va acompañado de un amigo o familiar las conversaciones e intercambios de opiniones sobre las cosas que va a adquirir pueden ser útiles para tomar una mejor decisión, hacer una buena compra y controlar mejor el gasto. Otra buena forma de organizar las compras, consiste en llevar una lista de todo lo que necesita, y respetarla, en lugar de decir ?sabré lo que me haga falta cuando lo vea?: una invitación casi segura al descontrol.

? Planifique sus gastos y cíñase a su presupuesto. Algo tan sencillo cómo planificar el menú semanal puede suponer un ahorro en su economía del 30 por ciento. Anote en una libreta lo que prevé consumir y cíñase a ello, intentando no superar la frontera presupuestaria que se ha marcado para llegar a fin de mes. Recuerde que cuántas más veces acuda al supermercado durante la semana para efectuar compras no previstas, más gastará. No sólo dinero, sino también gasolina, si se desplaza en carro, lo cual puede suponer a la larga una suma significativa de dinero.

? Organización contra la tentación. Los expertos aconsejan concentrar las compras en no más de uno o dos establecimientos, bien elegidos, ya que la dispersión de las compras hace que el gasto final sea mucho más importante. Conocer bien el establecimiento de compra habitual también se traduce en un ahorro. Una adecuada planificación de la ruta, dentro de la tienda, para ir directamente a los expositores y departamentos donde están los elementos que ?realmente necesita?, reduce el riesgo de hacer gastos innecesarios, en unos lugares atractivos y especialmente diseñados, hasta el más mínimo detalle, para hacer caer al cliente en tentaciones y que compre por impulso.

? Observe y saldrá ganando. Para hacer una evaluación objetiva de lo que se compra y cuánto cuesta, conviene fijarse bien en las etiquetas de las estanterías y comparar los precios de los productos por gramo o mililitro, ya que no siempre sale más barato el envase mayor. También conviene aprovechar las ofertas, pero sin abalanzarse a ellas, sino sopesando el consumo real que se hace del producto, así como de su fecha de caducidad.