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  Por el libro
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21 de marzo de 2006

La etiqueta electrónica RFID va a revolucionar el sector de la distribución al sustituir el conocido código de barras, aseguraron sus propios promotores en la mayor feria mundial de alta tecnología, CeBIT, de Hannover (Alemania).

"No hoy ni mañana, pero sí pasado mañana, el RFID reemplazará el código de barras", subrayó Gerd Wolfram, responsable de una de las filiales del grupo alemán de distribución Metro que supervisa proyectos relacionados con el RFID.

El grupo alemán ensaya desde 2003 en su 'tienda futurista' de Rheinberg (oeste de Alemania) sus etiquetas con un 'chip' electrónico que almacena información sobre el producto y que pueden ser leídas o transmitidas a distancia, sin contacto, gracias a las ondas de radio.

Metro ha acudido al CeBIT -que cerrará sus puertas el 15 de marzo- con 25 socios, para mostrar las posibilidades de esta tecnología, que "permite saber siempre dónde está el producto y en qué cantidad", explicó Wolfram.

El proceso empieza desde la llegada al almacén, donde no hay necesidad de descargar manualmente los productos y verificar caja por caja si la entrega corresponde al pedido.

Con el RFID, el cargamento entero pasa un pórtico que lee de forma automática las etiquetas colocadas en las cajas y las compara, en tan sólo pocos segundos.

En la siguiente etapa, es decir, la llegada del producto a las tiendas, el RFID verifica cuándo comienzan a escasear y lo señala para que los clientes no se encuentren con sorpresas.

Las etiquetas -que, además, llevan información sobre los productos- garantizan también un seguimiento de los mismos: el origen de los huevos, por ejemplo, o su fecha de caducidad, o el vino ideal para acompañar un determinado queso, etc.

Además, ya no se necesitarán cajeras: el cliente pasa con su cesta entre dos pórticos que, al leer automáticamente las etiquetas de los productos, suman los precios y transmiten la información a un ordenador que imprime la cuenta.

Por su parte, aquellos clientes preocupados por la posibilidad de ser "seguidos", o mejor, "espiados", en sus casas, pueden recurrir a un "desactivador", que anula la memoria de los 'chips'.

El resto queda en mano de los electrodomésticos "inteligentes": un frigorífico que avisa cuando los yogures han caducado, comprueba qué es lo que se terminó y necesita ser comprado y envía directamente la orden al supermercado.

Por el momento, consumidores y usuarios tendrán que seguir yendo ellos mismos a comprar y pasar por caja, pues el RFID de Metro -y que también está desarrollando el grupo estadounidense Wal-Mart- sólo se emplea actualmente en logística y gestión de reservas.