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  Por el libro
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19 de mayo de 2006

Por compartir, para despojarse de la soledad. Por diversión, para combatir el aburrimiento. Por compulsión, porque se ha convertido en una adicción.

Cualesquiera sean las razones, hay una realidad innegable: los casinos y centros de juegos de azar en Puerto Rico están llenos de personas de edad avanzada que se pasan las horas jugando. Es una realidad que se constata con sólo darse una vuelta por las grandes salas de juegos en los hoteles, concentradas en el área metropolitana. Es una realidad corroborable en el más reciente estudio empírico realizado por expertos de la Universidad Carlos Albizu.

Desde finales de la década de 1990 no se realizaba un estudio de esta naturaleza, pero se veía cada vez más el aumento en la asistencia de ancianos a los casinos.

El estudio fue realizado por los doctores Gladys Torres, José Rodríguez y Juan Nogueras. La investigación se extendió por un año y evaluó a 100 personas de edad avanzada, con un promedio de 69 años y que eran jugadores en los casinos. Las personas que componen la muestra se sometieron a entrevistas personales mientras se encontraban jugando en los casinos.

El perfil del jugador varía, pero fue consistente que el 60 por ciento no tenían pareja y ostentaban ingresos familiares en promedio de $21,200 anuales. También, que el 80 por ciento aseguraron tener educación de escuela superior o mayor y que el 85 por ciento de los entrevistados eran ya jubilados.

Uno de los datos más interesantes que arrojó el estudio es que en esta población no hay diferencia por género a la hora de medir la incidencia de asistencia a los casinos de estos jugadores: 50% mujeres y 50% hombres.

Pero más importante aún es que el estudio halló que el 52% de los jugadores de la muestra fueron identificados con problemas de juego "Por vida", que es el conjunto de criterios que usa el South Oaks Gambling Scale-R, instrumento que se utiliza para cernimiento de problemas de juegos de azar en Puerto Rico.


De este total, el 38 por ciento se identificó como jugadores probablemente patológicos, y el 14 por ciento como jugadores "problemáticos". El estudio encontró que el restante 48 por ciento jugó sin experimentar problema alguno.

Un problema "alarmante"

La ludopatía es el nombre científico de la adicción al juego y su reconocimiento formal se produjo en 1980 cuando la Asociación Americana de Siquiatras la incluyó en su manual estadístico de trastornos mentales.

El estudio no concluye un problema de ludopatía generalizado en la población anciana de la Isla, pero sí arroja resultados preocupantes sobre la tendencia de las personas de edad avanzada a refugiarse en los casinos y gastar sus chavitos en los juegos de azar. De hecho, los atractivos que ofrecen los hoteles son varios: buen trato, actitud amorosa, comida gratis, accesibilidad para cambiar los cheques del Seguro Social y hasta un sistema de puntos para ganar descuentos en servicios del hotel.

Lo que el estudio sí concluye es que sus resultados son "alarmantes" porque reflejan que uno de cada dos jugadores "adultos mayores" en las tragamonedas en los casinos de la Isla tiene "problemas de juego", que de éstos el 36 por ciento tiene "problemas serios", y que el 64 por ciento está en vías de desarrollarlos.

"Estos resultados son un hallazgo importante donde se reconoce por primera vez la magnitud de problemas de juego en una muestra de adultos mayores en Puerto Rico", concluye el estudio.

En la Isla hay 18 casinos: diez dispersos entre el Viejo San Juan, Condado e Isla Verde, dos en Río Grande, uno en Fajardo, uno en Yabucoa, dos en Ponce y dos en Mayagüez.

La investigación en poder de PRIMERA HORA reflejó que al menos el 66 por ciento de los ancianos entrevistados visitan los casinos semanalmente y juegan un promedio de $157.30 mensuales en las máquinas tragamonedas. Arrojó, además, que invierten alrededor de cuatro horas por visita al casino y que viajan un promedio de 27.12 millas para llegar a sus favoritos.

Del grupo que se clasificó como "jugadores probablemente patológicos", en su mayoría admitieron que, además de los casinos, apostaban en por lo menos otros cuatro juegos de azar, como la lotería, las carreras de caballos, las peleas de gallos y hasta la bolita, que es ilegal en la Isla.

Estos "jugadores probablemente patológicos" mostraron el mismo patrón de prevalencia por género en una proporción de 50-50. En este punto, la única diferencia que reflejaron es el momento en que empezaron a jugar: los varones dijeron que fue alrededor de los 19 años y las mujeres, a los 30 años. Reportaron también que por regla general juegan en las tragamonedas hasta 17 veces al mes y que gastan entre $501 y $1,000 mensuales.

El estudio dramatiza que las razones fundamentales para que los viejos pasen su tiempo en los casinos y, por ende, gasten sus chavos allí fueron: socializar, olvidarse de las penas y enfermedades y acompañar a su pareja.

Si a todos estos datos añadimos que la población de viejos en Puerto Rico está aumentando aceleradamente, al punto de que constituye hoy en día el 15% de la población isleña, y que el índice de pobreza de este grupo asciende a 44%, la situación no debe ignorarse.

De hecho, la Junta de Planificación estima que para el 2025 la población de adultos mayores de 60 años representará el 23.5% de la población total de la Isla.

Necesario crear conciencia

Rodríguez, sociólogo y profesor de la Universidad Carlos Albizu, espera que esta investigación se tome en cuenta al punto de que inicie futuros estudios científicos sobre los efectos de los juegos de azar en la población de ancianos en Puerto Rico.

"Es preocupante los hallazgos porque estamos hablando de un grupo con índices de pobreza grande, con condiciones de salud serias, que en promedio tienen tres enfermedades crónicas que conllevan medicamentos y que no son baratos. Si ves, se gastan en promedio $150 mensuales en las tragamonedas y eso hace una diferencia", alertó Rodríguez.

Al experto en conducta social tal vez lo más que le sorprendió del estudio fue que la proporción entre hombres y mujeres en los juegos de azar es igual.

Los estigmas desaparecieron. Los tabúes, también.

-¿Hay un problema serio de jugadores patológicos en la población anciana?

-Los resultados me dan paso a sospechar que de por sí el estudio dice que pudiese haber una patología importante. Eso lo estamos estudiando, pero me figuro que puede ser una tasa no tan baja. Tú lo notas cuando ves que las mismas personas consistentemente van a los casinos y cuando les preguntas de dónde sacan el dinero dicen que hasta empeñan las joyas familiares.

-¿Qué se puede hacer?

-Crear conciencia del problema. Que se implanten programas para intervenir con jugadores patológicos, pero no meramente un anuncio, programas reales, porque se requiere ser más agresivo en términos de las intervenciones y proveerlas, muchas veces, sin costos.