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  Por el libro
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4 de septiembre de 2006

Para muchos puertorriqueños la vida gira alrededor de las compras. Se estima que entre un seis y un ocho por ciento de los ciudadanos de Puerto Rico pueden clasificarse como compradores compulsivos.

Para éstos el deseo de comprar es mucho más fuerte que su voluntad, por lo que no logran detener tal comportamiento que, probablemente, los llevará a endeudarse.

La doctora Diana Díaz, catedrática asociada del Departamento de Siquiatría de la Escuela de Medicina del Recinto de Ciencias Médicas, advierte que este comportamiento cae dentro de lo que se conoce como un trastorno de control de impulso.

Curiosamente, en la gran mayoría de los casos, estos ávidos consumidores sólo "buscan ayuda cuando ya están cerca de declarase en quiebra", indica la siquiatra.

Aunque la bancarrota es una de las consecuencias seguras a las que estos consumidores se exponen, no es la única.

Por ejemplo, en Estados Unidos se dio el caso de una profesional de las finanzas que a través de su cargo utilizó recursos económicos de sus clientes, por lo que también se puede llegar a caer en una conducta criminal, añade Díaz. Otra posibilidad extrema es que la persona llegue al suicidio debido a la preocupación que le ocasiona la posibilidad de perder sus posesiones.

En la sociedad en que vivimos, para la que ir de compras es una conducta sumamente aceptada y en la que se induce al materialismo, identificar a simple vista a los compradores compulsivos no es tan fácil.

Para saber si realmente se tiene un problema con las compras los expertos utilizan una serie de preguntas que pueden sugerir que se padece del trastorno. Una persona pudiera ser un comprador cumpulsivo si contesta en afirmativa interrogantes como: ¿Le preocupa excesivamente el patrón de compras que ha tenido? ¿Utiliza más tiempo del que desearía realizando compras? ¿Le ha traído el patrón de compras problemas económicos, en el trabajo o con la familia? ¿Se siente culpable por los artículos que compra? y ¿Adquiere artículos innecesarios?

Aunque miembros de ambos géneros pueden llegar a convertirse en compradores compulsivos, usualmente la conducta se inicia en diferentes etapas entre uno y otro. En el caso de las féminas, se da entre los 18 a 30 años, y en los varones entre los 30 a los 40. Pero, aclara la doctora, son más las mujeres las que tienen esta conducta.

Artículos como ropa, perfumes y joyería suelen ser la debilidad de ellas, mientras que los gadgets (aparatos) electrónicos y las herramientas son los preferidos de ellos. La afición por adquirir productos llega al punto en que las deudas arropan a estos consumidores al hacer uso excesivo del crédito. Díaz indica que "se sabe que cada comprador compulsivo tiene aproximadamente alrededor de $23 mil en deudas".

Tanto pobres como ricos pueden caer en este comportamiento, aunque en el caso de los primeros la condición se hace palpable más rápido, ya que obviamente no cuentan con la misma cantidad de recursos económicos necesarios para financiar los patrones de consumo. En el caso de los pudientes, la actividad puede prolongarse por mucho más tiempo antes de acercarse a una bancarrota y eventualmente pedir ayuda.

"Es frecuente ver compradores compulsivos que en un inicio buscan ayuda por otras razones que no necesariamente tienen que ver con sus hábitos de compras, pero cuando se explora vemos que tienen el problema", añade la experta. "Problemas familiares, de depresión o ansiedad" son algunas de las condiciones por las que en ocasiones estas personas visitan a algún profesional de la salud, y eventualmente aflora el problema de las compras por impulso.

Estos fanáticos del consumo lo mismo pueden ir todos los días a las tiendas como una sola vez al mes. La frecuencia con la que se va de compras o la cantidad de dinero que se gasta no son las que determinan si se es comprador compulsivo. Por el contrario, es el deseo irracional e incontrolable que mueve a la persona lo que lo caracteriza, explica Díaz.

Para lidiar con esta condición, es importante buscar ayuda de un siquiatra o un sicólogo. Sin embargo, no se debe limitar al aspecto mental. Como indica Díaz, "también hay que poner en orden" el aspecto financiero. Por eso, consultar también a un experto en temas económicos es crucial.




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¿Hábito fuera de control?
Éstas son algunas de las preguntas que profesionales de la salud usan para determinar si se es comprador compulsivo. Contestar en afirmativa podría sugerir que dicha conducta se ha convertido en un problema. Es importante que las personas busquen ayuda profesional.


Cuando se siente molesto, temeroso o insignificante, se dirige a una tienda o accede tiendas virtuales por Internet.

Cuando gasta dinero, se siente eufórico, con sensación de ansiedad.

Cuando compra, siente que está haciendo algo peligroso, descuidado o prohibido.

Se retrasa constantemente en pagar sus tarjetas de crédito o sus cuentas, para poder mantener sus hábitos de compra.

"Estira" la verdad cuando le preguntan qué compra, cuánto gasta o, incluso, esconde sus compras y recibos.

Sus hábitos de gasto crean serios problemas con quienes ama (su pareja, hijos, padres, etc.)

Compra cosas con tarjeta de crédito que sabe que no compraría si tuviera que pagarlas en efectivo.

Luego de hacer compras, se siente culpable, avergonzado por haber gastado el dinero y confundido.