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  Estirando el chavito
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16 de noviembre de 2006


Por: El Nuevo Día

Antonio Umpierre, quien se considera toda una eminencia en el negocio de venta de equipo de buceo, sabía que el impuesto de ventas y consumo (IVU) entraba en vigor ayer. Lo que no sabía es que tendrá que contratar un guardaespaldas para cobrarlo en su negocio, Divers Service Center.

A pesar de que le advirtió a un cliente que le convenía saldar antes de la implantacíon del IVU una deuda por $10,000 por la reparación de un equipo, el hombre decidió no seguir consejo. Ahora Umpierre se prepara para el día en que le tenga que cobrar los $10,000 más el impuesto.

‘‘Aquí hay un lío. Hay muchas dudas. 'Horita' un cliente me peleó porque no iba a pagar ningún impuesto
por una caja de cigarrillos, porque supuestamente no paga”

José Luis Crespo
socio de la panadería La Lucense

“Voy a necesitar un 'bouncer'”, dijo entre risas. “Aquí todo el mundo va a estar chavao. Hasta por el aire (de los tanques de buceo) hay que pagar”, dijo.

El Nuevo Día visitó durante la mañana de ayer por varios comercios, echando un vistazo al ambiente comercial horas después de implantarse el IVU. Lo que se encontró fue mucha confusión entre los comerciantes y resignación entre clientes que, en su mayoría, dudan que el Gobierno le vaya a dar buen uso a los millones por recaudar.

 En la panadería La Lucense, ubicada en Caparra Heights, los dos socios a cargo se halaban los pelos.

Resulta que su caja registradora dista mucho de ser un aparato moderno, por lo que calculaban el IVU a mano. Para colmo, a ciegas, ya que no tenían claro a qué artículo aplicárselo, a cuál aplicarle el impuesto municipal y a cuál aplicarle ambos.

“Aquí hay un lío. Hay muchas dudas. 'Horita' un cliente me peleó porque no iba a pagar ningún impuesto por una caja de cigarrillos, porque supuestamente no paga”, dijo José Luis Crespo, mientras la fila crecía por la lentitud de cada transacción.

“Maldita sea la madre del IVU”, murmuró un cajero.

En otra panadería, El Antiguo Bilbao en la avenida Roosevelt, su propietario, Víctor Aquino, era objeto de bromas de sus clientes. Al menos uno le cuestionó si utilizaba un ábaco para calcular el IVU.

“Esto ha sido un poco alborotoso”, reconoció el comerciante, quien también admitió que varios comensales se quejaron porque le aplicaba el IVU al café.

Cruzando la avenida Roosevelt, en la tienda de adultos Condom World, su gerente Glenda Rodríguez anticipó que el IVU no afectaría mucho el negocio porque la gente “vienen con algo en mente y no escatima”. Allí el producto más caro es un “columpio” de $150.

El IVU aplicará a todo, incluyendo los profilácticos y las películas.

En Piñones, los quioscos del Terraplén, aún sin luz o agua potable, los mismos que el Secretario de Hacienda visitó para advertir que tenían que cobrar el IVU, estaban cerrados. En otro negocio la encargada explicó que no tenía idea de cómo cobrar el impuesto y que esperaba por el dueño para que le explicara.

 A su vez, en el negocio El Farol, el IVU no se estaba cobrando al menos hasta el mediodía, pero la empleada María González aseguró que el dueño sacaría “de su bolsillo” para compensar por el dinero no retenido y así transferirlo a Hacienda.