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  Estirando el chavito
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22 de noviembre de 2006


Después del ajetreo de atender a un grupo de más de seis comensales, Canen Gotay podía terminar exhausta pero con la certeza de que acumularía una buena propina.

Eso era antes del IVU.

‘‘El impuesto debió haber sido para las megatiendas, que venden muchísimo, pero no para el pequeño comerciante”

Hilda Vélez
comerciante

Ahora, como estrategia para disimular el aumento en la cuenta tras la aplicación del impuesto, el restaurante donde trabaja en el Condado eliminó la propina obligatoria en estos casos, lo que ha traído como consecuencia que algunos clientes se hagan de la vista larga y dejen muy poco, si algo, para gratificar el trabajo de quienes les atienden.

Para meseros como Gotay, que dependen de las propinas para complementar sueldos de entre $2.13 a $3.70 la hora, la implantación del IVU hace apenas seis días se ha dejado sentir en sus ingresos.

“A mí me afecta mucho”, subrayó la joven, entrevistada durante un recorrido de El Nuevo Día por varios comercios de la calle Loíza en Santurce.

Observó, sin embargo, que el impuesto no ha impedido que la gente siga frecuentando el restaurante.

“La gente sigue consumiendo”, afirmó otra compradora mientras se medía ropa en una tienda que se las ha ingeniado para atraer a los clientes.

El establecimiento le ofrece al cliente un descuento equivalente a lo que tendría que pagar por el IVU.

 Hazel Márquez, empleada del local, aseguró que los compradores están contentos con la oferta.

Otros pequeños comerciantes aseguraron que en algunos casos han tenido que hacer ajustes para mantener a la clientela contenta y comprando.

 Hilda Vélez, dueña del negocio de ropa infantil Kolorines, dijo que muchas personas se quejan del dinero extra que tienen que pagar y ella, para no perder la venta, muchas veces opta por ponerlo de su propio pecunio.

“El impuesto debió haber sido para las megatiendas que venden muchísimo, pero no para el pequeño comerciante que se afecta, y mucho”, apuntó.

Milagros Martínez, dueña del Colmado Placita Miliaris, dijo que ella también ha puesto de su propio dinero para cubrir el impuesto que algunos consumidores objetan o no tienen disponible.

Además, sostuvo que, aunque se ha orientado bien sobre el nuevo sistema, a veces se confunde porque llegan clientes a ofrecer otra información y a protestar.

En el negocio Domino's Pizza, que prepara órdenes para entrega a domicilio, la implantación del impuesto se ha dejado sentir en uno que otro cliente.

“Varias personas han cancelado órdenes. Dicen que la pizza está demasiado cara”, contó Ramón Martínez, aunque aclaró que, en general, el flujo de ventas continúa como de costumbre.