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  Por el libro
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27 de marzo de 2007

Por: Consumeraffairs.com

Un creciente número de quejas de los consumidores junto con el atento escrutinio de las autoridades federales, están amenazando con interrumpir el flujo de dinero que ha hecho que la Universidad de Phoenix se convierta en la universidad privada más grande de los Estados Unidos.  La institución recibe más ayuda financiera federal que ninguna otra. Para el período 2004 ? 2005 este monto ascendió a 1.800 millones de dólares.  

Durante muchos años, la universidad fue la niña mimada de los expertos de Wall Street.  Gracias a una campaña promocional muy sofisticada, la universidad se expandió a 39 estados y matriculó a más de 300.000 estudiantes. Pero el precio de sus acciones bursátiles ha caído en picada luego de que se revelara que sólo el 16 por ciento de sus estudiantes se gradúan.  Existe, además, el temor de que sus catedráticos, la mayoría de ellos profesores a tiempo parcial, impartan una educación que deja mucho que desear.

“Cursé cinco materias en la Universidad de Phoenix. Lo que descubrí es que en realidad regalan las buenas calificaciones,” sostuvo Karen, que vive en Sutter, California.  Otros estudiantes se quejaron porque los instructores eran mediocres, o porque tuvieron un sinfín de problemas para lograr acceso a los cursos en línea e incluso porque se suscitaron disputas sobre los fondos federales que habían obtenido para cubrir sus matrículas.

El estudiantado de la Universidad de Phoenix está conformado en su mayoría por  estudiantes a tiempo parcial, que trabajan a tiempo completo y que abrigan la esperanza de mejorar su situación laboral si obtienen una licenciatura o un título de postgrado. Una gran parte de las materias se dictan por la noche o durante los fines de semana. Además, muchos cursos se ofrecen en línea y se pueden completar cuando le resulte conveniente al estudiante. Sus “ciudades universitarias” por lo general están ubicadas en edificios de oficinas cerca de grandes centros laborales, lo que les facilita a los estudiantes el ir y venir entre sus centros de trabajo y sus clases.

Según informó el New York Times en un artículo en la primera plana de su edición de hoy, algunos ex estudiantes e incluso el propio personal de la escuela, incluyendo catedráticos, se quejaron de que la incesante presión por generar ganancias ha tenido un efecto negativo en la calidad de la educación que reciben los estudiantes.  

“Esta empresa no cumple lo que promete, establece reglas que dificultan la resolución de disputas y parece sólo estar preocupada por explotar el acceso a los fondos federales para la educación que tienen los estudiantes veteranos de guerra,” indicó Peter, que vive en Dillon, Colorado en una queja que presentó a ConsumerAffairs.Com.

Peter, que es director de una publicación local, dijo que se matriculó en un programa de máster que ofrecía Phoenix con la intención de escribir un artículo sobre las facilidades que ofrecía la escuela y su buen trato al consumidor. Pero en lugar de ello, “me dejé engañar por sus declaraciones de que querían ayudar a aquellos adultos que ya integraban la fuerza laboral,” dijo.

A medida que van aumentando las dudas e interrogantes en torno a la universidad, las corporaciones que en un determinado momento enviaban a sus empleados a estudiar a Phoenix, están reconsiderando esta decisión. Entre ellas está la Corporación Intel que, de acuerdo al artículo en el New York Times, ya no reembolsa a sus empleados por sus costos de educación si asisten a Phoenix.

Un gerente de Intel declaró al Times que la empresa expresó su inquietud por el hecho de que Phoenix no había logrado hacerse acreedora a la habilitación o certificación nacional más prestigiosa que se espera reciban las universidades importantes, si bien es cierto que había recibido una acreditación regional.  El director de una de las asociaciones acreditativas sostuvo que Phoenix nunca había solicitado este reconocimiento y que sus probabilidades de obtenerlo eran muy bajas, debido, en parte al frecuente cambio de su personal.

Aproximadamente 95 por ciento de los profesores trabajan en la universidad lo hacen a tiempo parcial, comparado con un 47 por ciento en el resto de las universidades, indicó el Times.

El nuevo presidente de la universidad, William Papicillo, salió a su defensa y dijo que la caída del precio de sus acciones en la bolsa y el éxodo de sus funcionarios más altos eran una clara señal de que Phoenix estaba en proceso de “redescubrimiento.”

Pero un número cada vez más grande de estudiantes y ex estudiantes señalan que simplemente la Universidad no ofrece nada sustancial.
La queja que Heather, de Kansas City, Kansas, presentó en el 2003, se puede considerar típica: “Me matriculé pensando que la Universidad de Phoenix se ajustaría perfectamente a mi estilo de vida. Después de matricularme, empecé mi primera clase. Fue una pérdida de tiempo. El ‘profesor’ era verdaderamente terrible… yo realmente quería obtener un título así que decidí darle una segunda oportunidad. La siguiente clase fue igual de mala. El profesor era un poco mejor, pero el problema es que yo no aprendí nada. Nunca se usó el libro que yo tenía, y así y todo obtuve una "A."