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  Estirando el chavito
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22 de agosto de 2007

Por: Yahoo

Con alrededor de 50 ofertas de tarjetas de crédito que reciben las familias en Estados Unidos cada año por correo, es fácil sucumbir al empleo de estos instrumentos de pago, así como complicarse en sus redes de deudas si no se conocen sus secretos.
Tal estimado de ofertas por familia, según la compañía de monitoreo de este mercado CardTrack, es un indicador del poderoso mercadeo de las corporaciones proveedoras de tarjetas, pero igualmente consistente debe ser la decisión de los consumidores al aceptar este tipo de préstamos.
Las tarjetas de crédito son valiosos instrumentos que ponen a disposición del tarjeta-habiente una cierta cantidad de dinero, o límite de crédito, que puede ser empleada cuando la demande el consumidor.
Muchas de ellas tienen atractivos elementos, como la posibilidad de acumular millas para pasajes aéreos, que se hacen efectivas en la medida que el consumidor use las tarjetas.
Pero en una tarjeta de crédito hay mucho más que dinero disponible, que lógicamente se debe devolver con intereses si no se cancela la deuda completa cada mes.
Los siguientes son algunos elementos que el consumidor debe conocer: Dos tasas: la tasa de interés es la tasa porcentual que carga el proveedor por prestar el dinero, pero el índice más importante a observar por el consumidor al escoger una tarjeta es la llamada APR (Anual Percentage Rate).
Esta última revela la sumatoria entre la tasa de interés y los cargos financieros anuales, es decir, el costo real para el consumidor por utilizar la tarjeta en cuestión.
Las tasas pueden cambiar: no importa que el documento promocional diga que la tarjeta tiene una tasa de interés fija.
La realidad es que los proveedores de tarjetas pueden cambiar las tasas cuando lo estimen conveniente con sólo enviar una notificación al consumidor con 15 días de antelación.
Igualmente, si el consumidor deja de pagar mensualidades a tiempo, generalmente por dos veces, o si se pasa de su límite de crédito, el prestamista elevará la tasa considerablemente.
Incumplimiento universal: hoy en día las tarjetas pueden subirle la tasa al consumidor no sólo si éste no cumple con las obligaciones de la tarjeta en cuestión, sino con cualquier otro compromiso financiero.
Los proveedores de tarjetas tienen derecho a monitorear el reporte de crédito de los consumidores, y a cambiar las reglas de sus préstamos si la persona está retrasada en otros pagos, como por ejemplo en la hipoteca o la electricidad.
Esto se basa en el supuesto de que si el consumidor no está pagando todas sus cuentas representa un mayor riesgo para los prestamistas.
Cargos: no pagar o hacerlo con retraso, al igual que sobrepasar el límite de crédito puede costar mucho dinero a los consumidores, pues las multas por cada evento rondan los 30 dólares.
Retiro de dinero: las tarjetas deben emplearse preferentemente como instrumento de pago directo con el plástico, pero ofrecen la alternativa de retirar dinero en efectivo.
Esto, sin embargo, no es recomendable porque el costo del uso del dinero de esta manera aumenta considerablemente.
Por lo general, la tasa de interés del dinero que se saca en efectivo con las tarjetas es mucho mayor que la tasa impuesta al dinero que se emplea directamente con el plástico.
Cuando se extrae dinero en efectivo de una tarjeta de crédito se aplica, además del cargo financiero, un cargo por la transacción que típicamente es un porcentaje de la cantidad obtenida, de modo que se duplica el concepto de costo del dinero.