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  Estirando el chavito
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27 de agosto de 2007

Por: Primera Hora


Adictos al "plástico".


Ante la crisis económica que atraviesa la Isla, las deudas que arrastran los puertorriqueños con sus tarjetas de crédito han alcanzado niveles sin precedentes.


Las últimas estadísticas, ofrecidas por la Oficina del Comisionado de Instituciones Financieras, reflejan que los puertorriqueños adeudan cerca de $2,000 millones en cuentas crediticias que son originadas por instituciones financieras locales y que esta cantidad podría superar los $4,000 millones al sumarse todos los balances de empresas ubicadas en Estados Unidos, las cuales han acaparado el 60 por ciento del mercado local.


El aumento dramático en la deuda acumulada por los puertorriqueños en sus tarjetas de crédito coincide con investigaciones congresionales dirigidas a aprobar legislación para detener lo que se han descrito como "prácticas desleales" de la industria, así como disponer de mayor transparencia en los contratos que los consumidores firman con los proveedores del producto.


El aumento "arbitrario" del interés en múltiples tarjetas que podría poseer el consumidor por el pago tardío de una de ellas, y los cargos "escondidos" por facturas atrasadas son algunos de los asuntos que son investigados a nivel federal.


La aparente ausencia de un sentido de "responsabilidad empresarial" ante límites de crédito que no guardan relación con los ingresos del cliente también ha sido objeto de intenso análisis y discusión.


Cabe destacar, sin embargo, que los usuarios de tarjetas locales, que podrían ser aquellas emitidas por instituciones en la Isla, están más protegidos ante algunas de las prácticas "irrazonables" de la industria, como el cobro por sobregiro, en comparación con otros consumidores puertorriqueños que reciben su tarjeta de compañías destacadas en jurisdicciones estadounidenses que regulan menos la industria crediticia que en Puerto Rico.


"Es muy legítimo que el Congreso analice las prácticas de la industria ya que a algunos proveedores se les estaba yendo la mano", sostuvo el comisionado de Instituciones Financieras, Alfredo Padilla Cintrón, quien destacó que recientes informes del Gobierno federal revelan que los contratos de los proveedores de tarjetas resultan ser sumamente difíciles de comprender para el consumidor promedio.


Los hallazgos preliminares de la investigación congresional han cobrado resonancia en la industria crediticia en Puerto Rico ante consumidores de pocos recursos económicos que terminan embrollándose ante su desesperada situación económica.


"El que resulta más impactado es el consumidor que no tiene un presupuesto y que está dependiendo del crédito para solucionar todo. Cae en un entrampamiento de endeudamiento mientras sus niveles de ingreso no aumentan", indicó el funcionario.


La deuda del consumidor puertorriqueño para las tarjetas provistas por instituciones financieras locales aumentó de $1,219,718 millones a $1,974,821 millones desde el 2003 al 2006, y se estima que los balances de las cuentas del exterior deberían haber crecido de manera similar durante estos tres años.


"Trasquilado" el consumidor promedio


Un estudio sobre la industria crediticia releva que las personas que resultan más afectadas por cambios imprevistos en las condiciones de sus cuentas son precisamente aquellas cuyos ingresos son menores a los $25,000 anuales.


Esta tendencia, en gran medida, se debe a que las personas con menos recursos económicos tienden a verse imposibilitadas de saldar sus balances en su totalidad y pagan el mínimo requerido por la tarjeta, según trasciende de la investigación realizada del informe "¿Quién Paga? Los ganadores y perdedores de la desregulación de las tarjetas de crédito", redactado por la organización sin fines de lucro Demos.


Además, según revela el estudio, cada vez hay más personas bajo los niveles de pobreza del Gobierno federal con una tarjeta de crédito. De hecho, el 35 por ciento de los hogares cuyos ingresos son menores de $10,000 cuentan con una tarjeta de crédito.


Regulaciones federales prohíben que las instituciones financieras discriminen contra sus clientes, pero ha quedado constatado que la mayoría de las personas que tienen tarjetas con un interés mayor de 20 por ciento son negros e hispanos. "No puedes limitar que las personas con bajos recursos económicos obtengan una tarjeta de crédito. La tarjeta de crédito es un producto excelente, pero requiere de mucha sabiduría y madurez", subrayó Padilla Cintrón.