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  Por el libro
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28 de agosto de 2007

Por: Primera Hora


Pese a la sombra que arrojó una investigación congresional sobre algunas de las prácticas en las que incurren las compañías de tarjetas de crédito, defensores de la industria aseguraron que la estabilidad financiera de sus clientes siempre ha permanecido como su norte.


La principal proveedora de tarjetas en Puerto Rico, Banco Popular, aseguró que las compañías incurren en cuantiosos gastos con los atrasos de sus clientes; y sostuvo que el aumento en los intereses que los consumidores podrían enfrentar como consecuencia de los envíos tardíos se ajustan a base del nivel de "riesgo" que cada uno de ellos, de manera individual, representa para la institución.


Reiteró el banco puertorriqueño que su principal objetivo es recobrar el dinero prestado, sin que el consumidor resulte "trasquilado" en el proceso.


"Cuando prestamos dinero, queremos ser responsables y queremos que el cliente nos repague. Las mismas políticas (internas) del banco y los sistemas de análisis internos nos ayudan a tomar buenas decisiones", sostuvo el primer vicepresidente de Banco Popular, Fabio García.


Por su parte, el presidente de la Asociación de Bancos de Puerto Rico, Arturo Carrión, subrayó que las tasas de las tarjetas se basan en medidas que se revisan periódicamente y aseguró que los consumidores se benefician de la reñida competencia que rige la industria.


 


"La competencia, para mí, es lo que determina las condiciones de crédito", sostuvo Carrión. El ejecutivo añadió que las propias regulaciones del Gobierno de Puerto Rico resultan ser más restrictivas para las compañías locales que otras empresas cuyas oficinas centrales están ubicadas en Estados Unidos.


Pero, a pesar de los beneficios que las compañías de tarjetas de crédito les prometen a prospectos clientes, cerca de un tercio de las personas que utilizan el producto enfrentan un interés de más de 20 por ciento en sus compras, en ocasiones, por aumentos que afectan a varias tarjetas por el pago tardío de una de ellas.


De hecho, mientras menos el cliente devenga más son las probabilidades de que sus tarjetas tengan un interés que duplique o triplique el original, según reflejó el estudio "¿Quién paga? Los ganadores y perdedores de la desregulación de las tarjetas de crédito", el cual fue preparado por la organización sin fines de lucro Demos.


El Gobierno federal prohíbe que las compañías crediticias utilicen el ingreso del cliente como un barómetro para modificar su tasa de interés, pero son las personas con menos recursos económicos las que usualmente se encuentran en una "encerrona" económica al no poder saldar el monto total de las facturas. Los ingresos de muchas de estas persona tampoco guardan relación con su límite de crédito.


El estudio también encontró que las familias con ingresos anuales menores de $25,000 tienen una doble probabilidad de tener una tasa de interés de más de 20 por ciento, contrario a los que devengan $50,000.


"Detrás del manto de desregulación las compañías de crédito han transferido el costo a las personas que menos pueden costearlo utilizando esas ganancias para otorgar otros préstamos y millaje, premios y otros beneficios que son disfrutados por las personas con mayores ingresos", señala el estudio.


Ejecutivos de las principales compañías de tarjetas de crédito depusieron la semana pasada en vistas congresionales en torno a las controvertibles prácticas para otorgar crédito y recobrar el dinero prestado.


Un reciente estudio federal encontró que la deuda en la que han incurrido los estadounidenses en sus tarjetas de crédito aumentó de $69 mil millones en 1980 a $1.8 trillones en el 2005.