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6 de septiembre de 2007

Por: El Nuevo Herald


E
l total de bancarrotas llevadas a cabo en Estados Unidos durante el primer semestre de este año creció en 48.23 por ciento respecto a igual período del 2006.


Las bancarrotas de consumidores, es decir, aquellas que no corresponden a negocios sino a personas o familias, crecieron 48.34 por ciento desde inicios de año hasta el 30 de junio respecto a igual lapso en 2006, según cifras de la Oficina Administrativa de las Cortes de EE.UU.


El incremento de bancarrotas tiene altas probabilidades de continuar en lo que resta del año, de acuerdo con Samuel J. Gerdano, director ejecutivo del Instituto de Bancarrota Estadounidense, organización dedicada a la investigación y educación sobre asuntos de insolvencia financiera.


Gerdano indicó que ``la nueva tendencia al aumento (de bancarrotas) refleja la realidad económica de que las familias están bajo un creciente estrés financiero'.


Sin embargo, antes de tomar la decisión de iniciar un proceso de bancarrota los consumidores deben analizar bien su situación financiera, pues se trata de un recurso que tiene implicaciones a largo plazo.


La bancarrota queda asentada en el historial de crédito de los consumidores por hasta 10 años, lo que representa una marca negativa a la vista de prestamistas, negocios y hasta empleadores en ciertos casos.


La bancarrota puede ser una solución para salir de considerables deudas crónicas impagables, pero no es la mejor decisión financiera en todos los casos.


Esta podría considerarse cuando el consumidor está lidiando con varios indicadores de problemas financieros, como por ejemplo cuando el total de sus deudas sin contar automóvil y casa excede lo que la persona podría pagar en cinco años o más.


Esto, sumado a otros elementos como que la mayoría de las deudas son no aseguradas, como las de tarjetas de crédito, facturas de servicios y médicas.