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  Por el libro
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12 de octubre de 2007

Por: El Nuevo Herald

Es probable que esta mañana su plato de cereal con leche le haya costado 49 centavos. El año pasado, eran 44 centavos. El año que viene, pudieran ser 56 centavos. Es como para echarse a llorar sobre los cornflakes.

Los factores que están impulsando el aumento en los precios de la comida --el boom económico de China, la creciente industria de los biocombustibles y un dólar americano débil-- son globales y no van a perder fuerza por el momento. Las cuentas del supermercado están creciendo porque las materias primas, el empaquetamiento y el combustible que van en el precio de los alimentos están alcanzando su mayor costo en varias décadas.

Es la peor inflación alimentaria desde 1990, aunque todavía no sea preocupante para la economía, según John Lonski, economista en jefe de Woody's Investor Service. Aunque los altos precios de los alimentos puedan afectar los gastos discrecionales de los consumidores, el 4 por ciento de inflación alimentaria todavía está muy por debajo de los terribles dobles dígitos de los años 70.

De todas formas, los consumidores ansiosos de alivio van a tener que seguir esperando.

Andrea Williams, de 32 años, puede rastrear la subida de los precios de los alimentos que ella compra para sí misma, su esposo y sus tres hijos revisando los recibos que dice guardar meticulosamente.

'En el 2004, compré un galón de leche por $1.63', dijo Williams antes de salir para un Wal-Mart en Savoy, Illinois, a unas 140 millas al sur de Chicago. En su área, el mes pasado, un galón de leche costaba casi $3.

Hace un par de años, Williams gastaba alrededor de $250 en un gran viaje mensual al supermercado. Ahora dice estar gastando $250 cada dos semanas.

Es posible rastrear el alza en el costo de los alimentos hasta los mercados de materias primas, donde el precio de los productos agrícolas y de la energía han llegado a su punto más alto en varias décadas. El petróleo crudo, que ayuda a determinar el precio de la gasolina y los envoltorios plásticos, llegó al punto más alto de su historia en septiembre. Los precios del trigo también establecieron un récord.

El aumento en los precios de las mercancías tiene tanto que ver con la oferta y la demanda a corto plazo en cada mercado como con los cambios a largo plazo en quién produce y consume esos productos.

China es el gran motor impulsor. Su rápido crecimiento --así como el de Brasil, Rusia, la India y otros países en desarrollo-- ha llevado a una masiva demanda de materias primas, incluyendo energía, para hacer funcionar las fábricas y los automóviles, metales para construir infraestructura, y granos para alimentar al ganado y la gente. En menos de 10 años China va a importar casi el 50 por ciento de las semillas oleaginosas de todo el mundo, convirtiéndose en el mayor importador del planeta, según los estimados de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.

Aceites hechos de semillas oleaginosas como la soya se usan mucho en los alimentos empaquetados, mientras que el maíz se usa para hacer jarabe de alto contenido de fructosa, un ubicuo edulcorante que se encuentra en todo, desde los refrescos hasta el pan.

La demanda de semillas oleaginosas de China refleja otra tendencia: el mundo está usando una mayor parte de su abastecimiento alimentario para hacer combustible. En los Estados Unidos y China el maíz se está utilizando para hacer etanol, un aditivo a la gasolina. Europa está usando más trigo para etanol y más aceite de colza para biodiésel, un combustible más limpio que se mezcla con el diésel regular. Brasil ha aumentado su producción de caña de azúcar para hacer etanol.

En EEUU, la demanda de maíz para la creciente industria del etanol ayudó a subir mucho su precio este año, provocando un efecto de dominó de aumentos de precios en toda la cadena alimentaria, en la medida en que los ganaderos, los fabricantes de alimentos y los detallistas trataban de recuperar costos.

Los precios del maíz han bajado debido a la expectativa de una enorme cosecha este año, pero se mantienen históricamente altos debido a la inflación de todo el mercado agrícola. Un bushel (35.23 litros) de maíz que valía unos $2 hace un par de años, ahora cuesta alrededor de $3.50. Los altos costos de las materias primas han dado lugar a que Kellogg Co., General Mills, Inc, Kraft Foods Inc. y otras compañías aumentaran sus precios este año.

Kellogg aumentó los precios 5 por ciento en abril basados en el peso. En junio, General Mills redujo el tamaño de los envases, que es otro modo de aumentar sus precios. Starbucks Corp. ha decidido empezar a cobrar más por sus lattes y otras bebidas para cubrir el alto costo de la leche.

'Esto empezó con el etanol, pero después han sido otras cosas', dice Darrel Good, profesor de economía agrícola de la Universidad de Illinois.

Este año, esos cambios en la demanda han hecho que las reservas de ciertos artículos disminuyan, y eso exacerba la inflación. Como los mercados de materias primas frecuentemente están relacionados, tanto mutua como geográficamente, los problemas en un mercado pueden transferirse a otros.

Por ejemplo, la soya. Cuando los agricultores de EEUU sembraron más maíz este año para suplir la demanda de etanol, le dedicaron menos acres a la siembra de soya. Eso ha reducido los suministros de ese cereal y ha dado lugar a que los precios hayan subido más de 40 por ciento en lo que va de año. La soya recientemente ya estaba costando hasta $10 el bushel, en comparación con $7 en enero pasado.

Otro ejemplo es el mercado de trigo. El fracaso de una cosecha en Ucrania hizo que los precios empezaran a subir marcadamente en EEUU. La situación fue empeorando según una cosecha tras otra se fue dañando debido a exceso o escasez de lluvia, los compradores extranjeros se apresuraron a tratar de adquirir suministros, y éstos descendieron a su punto más bajo en 26 años, lo cual hizo subir los precios aún más. En Italia hubo una protesta simbólica el mes pasado por los aumentos de precios de un producto que es básico para la alimentación en ese país.

El bushel de trigo recientemente sobrepasó los $9.50, o casi 90 por ciento más de lo que costaba a principios de año, cuando se vendía en el mercado de materias primas por $5.

Además, la debilidad del dólar ha aumentado la demanda de ciertos artículos en el extranjero, porque ahora resultan más baratos allá. A principios de este mes el dólar alcanzó una baja récord en relación con el euro.

'Es como una cadena inflacionaria de precios', dice David Wyss, economista principal de Standard & Poor.

'Ha habido un impacto significativo sobre los precios de la comida, pero eso tarda en manifestarse', agregó Wyss.

Los elevados precios de los productos tienden a filtrarse lentamente al consumidor después de que los agricultores, las empacadoras, las distribuidoras y las tiendas absorben cierta porción de los aumentos antes de transferirlos al consumidor. Pero los precios han estado subiendo durante más de un año, de modo que el proceso de filtración se está notando ya.

El Departamento del Trabajo reporta que la inflación de los precios de alimentos está a un nivel de 4.2 por ciento, o dos veces la tasa de la inflación general. En todo el país, la leche ha subido 18 por ciento este año, y los huevos 35 por ciento.

El Departamento de Agricultura (USDA) calcula que la inflación de los precios de alimentos en general será de entre 3 y 4 por ciento en el 2008.