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  Que no te cojan de...
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20 de noviembre de 2007

Por: Primera Hora

El uso de las tarjetas de crédito para cubrir gastos diarios como los alimentos y la hipoteca, unido a las prácticas depredadoras de las compañías emisoras de estas tarjetas, ha producido un récord en la deuda personal de los individuos, concluyó un informe de la organización Demos.

El grupo poblacional más afectado, según la entidad de investigación social, es las personas de 65 años o más. El análisis da un panorama general sobre el uso de las tarjetas y no incluye información específica de los estados o Puerto Rico. Pero todo el que tenga una tarjeta de crédito encontrará semejanzas con su experiencia personal.

“Aunque las tarjetas de crédito han provisto a muchos hogares con una válvula de escape económica para manejar la reducción en sus ingresos o los gastos de emergencia, esta deuda usualmente agrava las penurias económicas en vez de aliviarla, ya que las prácticas de las principales tarjetas de crédito se han tornado cada vez más punitivas y costosas”, señala el informe.

Entre 1989 y 2006, la deuda de tarjeta de crédito aumentó de $211 mil millones a $876 mil millones. La deuda promedio en tarjetas de crédito por hogar aumentó, en el mismo período, de $2,768 a $5,219. Desde 1989 a 2004, por otro lado, el por ciento de usuarios de tarjetas que incurren en gastos por pagos atrasados de 60 días o más aumentó de 4.8% a 8%. A pesar de este endeudamiento, en 2006 uno de cada tres hogares reportó que usó una tarjeta de crédito para pagar gastos básicos como renta, hipoteca, alimentos, luz, agua o seguro médico.
 Lee el informe sobre la deuda en tarjetas de crédito
 
Este movimiento económico se está dando en un escenario de desregulación del mercado de tarjetas de crédito que ha llevado a que más personas puedan acceder a este instrumento financiero, pero también a que el crédito sea cada vez más caro y a que las compañías desarrollen prácticas que el informe pinta como abusivas.

Entre éstas, aumentos de hasta 34 por ciento en el interés si el pago se atrasa, así sea si se atrasa por horas porque ya no hay periodos de gracia. Las compañías envían los estados cerca de la fecha límite para atrapar al consumidor desprevenido y provocar que pague tarde, añade Demos. El aumento en el interés no se aplica prospectivamente, sino retroactivamente. Es decir, el balance pendiente se afecta con el aumento, en vez de sólo la deuda futura. También el consumidor queda expuesto a una penalidad por tardanza de hasta $39. En 2004, los bancos cobraron $14,800 millones tan sólo en penalidades por tardanza en el pago de tarjetas de crédito.

Una segunda práctica detallada es que las empresas aumentan el interés aun cuando la tardanza se ha dado con la tarjeta de crédito de otra compañía o cuando ocurre un cambio en el historial de crédito que añade nuevas deudas. Es decir, aumentan el interés de forma preventiva sin que todavía haya ocurrido una falta de pago en su cuenta.

“Facilitado por la desregulación y el enfoque de la industria en aumentar los ingresos creativamente, las compañías de tarjetas de crédito registraron una ganancia de más de $109,000 millones entre 2004 y 2005. El porciento mayor se deriva de las tasas de interés ($20,000 millones) y las penalidades por tardanza ($8,000 millones)”, precisó Demos a la vez que exhortó a los gobiernos a desarrollar políticas que mejoren los ingresos y promuevan el ahorro en vez del gasto.