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5 de diciembre de 2007

Por: Consumeraffairs


Un informe que publicó hoy el matutino The Washington Post, revela que muchas de las atracciones en los parques de diversiones son peligrosas y hasta mortales porque no existe ningún tipo de supervisión o vigilancia federal o estatal de la industria. Y los grupos de presión interesados están invirtiendo millones de dólares para que la situación no cambie.


La Comisión para la Seguridad de Productos de Consumo (CPSC, por su nombre en inglés) tiene normas establecidas que gobiernan el funcionamiento de los parques diversiones itinerantes. Sin embargo, cada estado tiene una serie de reglas de inspección que se aplican a otras atracciones de este tipo. De acuerdo a cálculos proporcionados por el gobierno federal, cada año mueren un promedio de cuatro personas y miles resultan heridas en accidentes en montañas rusas, tazas voladoras y otras atracciones similares.


La investigación de The Washington Post se concentró en una atracción conocida como "The Sizzler." Desde 1997, se cree que 200 "Sizzlers" que funcionan en todo el país han causado la muerte a cuatro personas y han lesionado a docenas.


La CPSC, que funciona con un presupuesto y personal mínimos, tiene 90 investigadores en el campo, cuya responsabilidad es velar por la seguridad y el buen funcionamiento de atracciones en los parques de diversiones y otros 15.000 productos en el país. En lugar de investigar estas instalaciones antes de que suceda algún accidente, en muchos casos estos funcionarios llegan a la escena de un accidente después de que se ha desmantelado la atracción en cuestión.


Tenga cuidado


El vocero de la CPSC, Scott Wolfson declaró a ConsumerAffairs.com que la agencia federal hace todo lo que está a su alcance para dar prioridad a la investigación de un accidente en un parque de diversiones.


La medida más reciente que se tomó a raíz de un problema de este tipo fue en 1999, cuando la agencia preparó un plan de reparaciones para la conocida atracción "Himalaya" que causó la muerte de tres personas y lesionó a otras tres.


El año pasado, después de las muertes que causó "Sizzler," la respuesta de la agencia fue emitir un comunicado instando a los empleados que operan estas atracciones "a tener mayor cuidado" al poner en marcha las atracciones.


Con frecuencia, los parques de diversiones itinerantes venden una atracción después de haberse producido un accidente, en lugar de invertir los fondos necesarios para repararla. Los inspectores estatales declararon a The Washington Post que no hay manera de determinar a quién se venden, dónde se operan o si siguen en funcionamiento en otro estado.


Los parques itinerantes son una parte pequeñísima de esta industria de diversiones. Compañías como Six Flags son las verdaderas gigantes del rubro, y cada año atraen a millones de consumidores, en busca de emoción, vértigo y experiencias espeluznantes. El gobierno federal no supervisa su funcionamiento y los estados ejercen un control mínimo.


Lesiones graves en los pies


Este verano, cuatro personas murieron en parques de diversiones. Pero la historia más espantosa y la que capturó la atención del público fue la de Kaitlyn Lasitter, que perdió los pies en la atracción "Tower of Power" en el parque de Six Flags en Kentucky. Los cirujanos sólo pudieron volver a implantarle el pie derecho.


El padre de Lassiter declaró al Post que no podía cree que no existiera un programa federal de inspección de estas atracciones.


Fueron poderosos grupos de presión quienes consiguieron esta exención de supervisión federal para la industria.


En 1981, los grupos de presión de la industria contrataron al conocido abogado de Washington, Kenneth Starr para convencer a los legisladores del Capitolio que la CPSC les estaba causando "privaciones económicas" a los parques de diversión.


John Graff, que abogó por una disminución del control, dijo que aplicar más medidas de seguridad podría disminuir el riesgo [de las atracciones] pero que "esto hará que pierdan su valor y atractivo."


Esta exención significa que el control está ahora en manos de los estados, que en muchos casos no tienen inspectores o ningún poder para hacer cumplir las normas existentes.


Sólo por invitación


En Florida, por ejemplo, los inspectores de seguridad sólo pueden visitar un parque de diversiones cuando se los invita. El consorcio de parques en Florida sí que invita a los inspectores una vez al año para asistir a un seminario educativo, pero no permiten que inspeccionen nada.


Hasta ahora, la única persona que ha expresado preocupación es el Diputado Edward Markey, (D ? Massachussets), que presentó un proyecto de ley después de que cuatro personas murieran en parques de diversiones en una semana durante los meses de verano de 1999. Su proyecto de ley quedó estancado en el Congreso.


"Cada verano aumenta un poco el interés de los legisladores [en este problema], cuando empiezan a ocurrir accidentes," declaró Markey al Post. Pero para el otoño, "nadie toma la decisión que este es un asunto importante…La industria de los parques de diversión tiene poderosos grupos de presión," sostuvo el diputado.


Markey ha vuelto a presentar su proyecto de ley y se espera que esta semana haya una audiencia donde se discutan los méritos del plan. Pero todavía no aparece en el calendario del Comité de Energía y Comercio de la Cámara de Diputados.