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  El comprador misterioso
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24 de diciembre de 2007

Por: El Vocero


Aunque algunos comerciantes se muestren complacidos por las ventas navideñas de este año, varios consumidores que se zambulleron ayer en las compras de última hora se mostraron comedidos en sus gastos.

El panorama en las tiendas dependía del lugar al que se acudiera. Por ejemplo, en el centro urbano de Río Piedras, que durante la temporada navideña hace una excepción para abrir sus puertas al público los domingos, había movimiento pero se podía caminar entre la gente sin mayores inconvenientes y encontrar estacionamiento con relativa facilidad.

Mientras, en Plaza las Américas había filas frente a las tiendas más solicitadas desde antes de que abrieran. En otras, se podía rebuscar entre la mercancía y comprar sin hacer fila. Conseguir estacionamiento en las horas pico, requería de mucha paciencia, tiempo o un golpe de suerte.

Entre los consumidores que entrevistó EL VOCERO había de todo. Había quienes dejaron todo para última hora por costumbre o inconvenientes personales, y otros que aunque hicieron todos los planes para comprar a tiempo los regalos, tuvieron que regresar a cambiar o conseguir algo que se les quedó.

La mayoría coincidió en que los artículos están más caros porque, aunque haya especiales, se quedan cortos cuando se les suma el IVU. La alternativa para ahorrar, dijeron varios, fue concentrarse en los regalos de los niños y niñas y olvidarse de los adultos, incluyéndose a sí mismos.



Malabares con las cuentas

Yomaris Díaz, de Guaynabo, llegó hasta el centro urbano de Río Piedras en búsqueda de los bajos precios que han dado fama al lugar. Evitó recurrir al crédito. Estiró su sueldo para poder comprar los regalos, pero se salió de presupuesto, así que le tocará hacer malabares por los próximos meses para ponerse al día con sus cuentas.

"Hay que dejar de pagar muchas cosas después pa’ poder pagar esto porque dejar a los niños sin Navidad es malo", afirmó mientras se tomaba un descansito junto con su familia, que incluye a cuatro menores.

Al igual que Díaz, Jorge Pérez, de Caguas, optó por limitar su lista de regalos a los niños y niñas de la familia como medida de ahorro. También hizo las compras navideñas a última hora por falta de tiempo, pero fraguó junto con su esposa un plan de ataque.

Dejaron a su hija de cuatro años al cuidado de su abuela. Llegaron antes de que abrieran Plaza las Américas y por eso encontraron estacionamiento rápido. Inmediatamente, su esposa se dirigió a una de las jugueterías y él a otra. Cada uno compró lo que era más conveniente en cada una de ellas. El resultado, en menos de una hora ya tenían las bolsas con todos los regalos que buscaban y, mientras él esperaba sentado en una fuente, su esposa compraba otros antojitos de última hora.

"Estamos dentro del presupuesto porque dio la casualidad de que una de las cosas estaba en especial. Hemos gastado mucho menos porque hemos comprado menos. Los adultos no tienen regalo, sólo los niños. El año pasado le regalamos a todo el mundo", expresó Pérez.

Iricelis Guerra también acudió a Plaza las Américas con su familia, pero no porque hubiera dejado las compras para última hora, sino porque tuvo que cambiar uno de los regalos. Ella admitió que este año gastó más que los anteriores, pero porque ahora goza de un mayor ingreso que complementó con su bono de Navidad.

"Yo soy de las que sé hasta dónde llegar", afirmó. No encontró buenos especiales en los artículos que buscaba porque como son juegos electrónicos de moda, no fue mucho lo que bajaron los vendedores, comentó.

Por su parte, Yanisa de la Cruz, se reconoció como compradora compulsiva cuya filosofía es que "el dinero está hecho, lo que hay es que irlo a buscar. No hay dinero pero hay que buscarlo".

Andaba por el Paseo de Diego con unas cuantas bolsas de compras que una amiga le ayudaba a cargar. Es otra de las que hace malabares. Estiró el salario y las propinas que recibió en las últimas dos semanas para gastarlo en sus compras navideñas y en el salón de belleza, al que aseguró no faltaría. Le sobrarían unos $50 para sobrevivir hasta el próximo cheque. ¿Cómo?, se las ingeniará.

Optó por ir a Río Piedras porque su experiencia en Plaza Las Américas el día antes resultó en que hasta tuvo que pagar $10 en el estacionamiento valet porque no encontró otro lugar. Sin mencionar las filas y la congestión de personas.

Aunque limitó los regalos más costosos a los familiares y amigos más cercanos y para los demás entregó detalles económicos, encontró buenos especiales que entiende se derivaron de que las ventas están flojas. Eso sí, tuvo que dejar a un lado su deseo de despedir el año en República Dominicana por lo costoso de los pasajes.

Su amiga, Katy Zoquiet, redujo los gastos a lo estrictamente necesario porque problemas personales fraccionaron el presupuesto que antes manejaba.

"Yo no sé cómo se paga. Es Dios. A veces digo no tengo dinero y aparece. Eso sí, no me endeudo porque las cosas están malas y pueden ir de mal en peor", comentó la joven, dueña de un negocio.

Mientras, Vivian Bruno sale de la mayor parte de sus compras navideñas comprando artesanías en la Feria Bacardí. Sin embargo, ayer tuvo que meterse a la peor fila de Plaza las Américas, la de una tienda de peluches ‘Build a Bear Workshop’, porque su sobrina Stephanie ansiaba tener uno de ellos como regalo.

Ya había ido el sábado en la tarde, pero la fila era tan extensa que desistió y optó por dejarlo para ayer, domingo. Los planes eran ir antes de que abrieran para salir rápido con el oso en la mano, pero al llegar antes de las 11:00 de la mañana ya había una fila de decenas de personas antes que ella esperando por que abrieran la puerta. No podía esperar, tenía en agenda una fiesta. Así que cambió nuevamente los planes. Compró una tarjeta de regalo que sustituyera al oso, para la que no había que hacer fila. No obstante, iría nuevamente hoy mucho más temprano a la caza del oso porque quería entregárselo en Navidad. Entonces, la tarjeta, pasaría a ser un bono adicional.

Mientras, su sobrina Stephanie, de diez años, estaba al tanto de los esfuerzos de su tía por conseguir su oso anaranjado vestido de soldado. No desistió de su deseo por tener el muñeco porque, dijo, es la única niña de su clase en la escuela sin tener uno y no quería regresar al próximo semestre escolar con ese mote.