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  Por el libro
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8 de septiembre de 2008

Por: El Nuevo Dia

El uso de antisicóticos de segunda generación entre niños y adolescentes se ha multiplicado casi por seis en los últimos 10 años. Se prescriben por igual a niños y adultos para tratar enfermedades mentales graves como la esquizofrenia o el trastorno bipolar.
 Sin embargo, estos fármacos presentan más efectos secundarios cuando se administran en niños y adolescentes. Los que los toman, engordan más que los adultos y sufren más trastornos del sistema motor, es decir, movimientos involuntarios.
Esta es la conclusión de dos estudios realizados por el equipo de Celso Arango, de la Unidad de Adolescentes del hospital universitario Gregorio Marañón, en los que participaron 250 niños y adolescentes.

Su impacto sobre el metabolismo provoca que los índices de masa corporal y los niveles de colesterol aumenten en la mitad de pacientes.
“En algunos casos, el niño ganó hasta 33 libras de peso en seis meses, un 50% de lo que un adulto podría ganar al tomarlos”, indicó Arango.
“El problema es que el niño obeso será un adulto obeso. Y hay que considerar también el efecto psicológico, porque la obesidad afecta a la percepción y la autoestima. Se trata de hacer una ecuación entre riesgos y beneficios”, añadió.
El consumo de sicofármacos en niños y adolescentes ha aumentado porque también se usan para tratar trastornos del comportamiento como la hiperactividad o la agresividad, a pesar de que, según Arango, “su seguridad para otras patologías no está demostrada.
Los antisicóticos de segunda generación se presentaron en los años noventa como más eficaces que sus antecesores y con menos efectos secundarios, aunque esto sólo se había comprobado en adultos. La Administración de Drogas Federal (FDA) y la Agencia Europea de Medicamentos (EMEA) sólo aprueban su uso infantil y adolescente para tratar esquizofrenia y trastorno bipolar.

La esquizofrenia
Afecta la capacidad de la persona de pensar claramente, controlar sus emociones, tomar decisiones o relacionarse con los demás.
La mayoría de las personas que sufren de esquizofrenia tiene síntomas de la enfermedad durante toda su vida, ya sea crónicamente o por episodios.

“En estos casos se requiere de un análisis riguroso, pues es una población más vulnerable”, señaló Arango. Los ensayos para la mayoría de los medicamentos se realizan con población adulta. Desde enero de 2008, la FDA y la EMEA obligan a las farmacéuticas a realizar también ensayos en menores.