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  Por el libro
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16 de agosto de 2018

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Ahora mismo son miles los nombres de los vinos que se exhiben en los anaqueles de las tiendas especializadas, las licorerías y los supermercados. Unos vienen del Viejo Mundo (España, Francia, Grecia, Italia, entre otros…), pero también los hay del Nuevo Mundo (Australia, Argentina, Chile o la costa oeste de Estados Unidos). Pero lo cierto es que cada cual tiene su especificidad.

Además, no todos pertenecen a las mismas variedades, añadas, terruños, y no todos poseen los mismos niveles de taninos.

De ahí que, como conocerlos a todos es prácticamente imposible, se haga imprescindible saber cómo funcionan las etiquetas de los vinos para informarnos mejor de sus propiedades.

Una nota reciente de Business Insider tocó a la puerta de Felipe Carvallo, uno de los expertos en vinos de la firma Berry Bros. & Rudd, el comerciante de vinos y espirituosos más antiguo de Gran Bretaña que tiene permiso para servir de proveedor a la mismísima Reina Isabel.

¿El objetivo? Actualizarnos sobre cómo aprender a descifrar los secretos de las etiquetas del vino de una vez y por todas.

El primer punto tiene que ver con las recomendaciones genéricas de emparejamiento de alimentos. Es decir, con qué alimentos puede ser maridado en una cena, y con cuáles ni atreverse.

El problema es cuando leemos en la etiqueta que el vino que tenemos en la mano sirve para cualquier tipo de comidas. ¡Alerta!

“Si va con ‘platos de pasta’ -aclara Carvallo- o sus sugerencias son demasiado genéricas, significa que es un vino muy neutral que se ajusta a la mayoría de los platos”. “A menudo obtendrás algo intermedio, pero nada que sobresalga demasiado”, agregó.

El segundo punto tiene que ver con el nivel de alcohol.

Para el especialista, esto no es algo que solemos hacer, pero comprobar cuál es el porcentaje real de alcohol en un vino puede ser un buen indicador de su nivel de dulzor.

“En términos generales, si posee un nivel muy bajo de alcohol en un vino blanco, es probable que ello indique que queda un poco de azúcar en su interior que no se fermentó”, asegura.

Esto a menudo espanta a los consumidores de vinos como el Riesling, que a veces puede ser desagradablemente dulce para algunos paladares.

Sin embargo, según Carvallo, los Riesling secos pueden ser algunos de los mejores y más gratificantes vinos del mundo, aunque siempre tendremos que comprobar su nivel de alcohol para hallar el ideal.

Y por último, no debemos preocuparnos si en la etiqueta no aparece consignada la variedad de la uva.

“Una de las cosas que más escuchamos aquí [en Berry Bros. & Rudd] es ‘Odio a los Chardonnay pero amo a los Chablis'”, dice Carvallo.

Sin embargo, la variedad de la uva en el Chardonnay y el Chablis es exactamente Chardonnay.

La única diferencia es que el Chablis se produce en Borgoña, Francia, aunque la uva Chardonnay se puede cultivar en todo el mundo, desde California hasta el sur de Australia, y tendrá un sabor diferente dondequiera que se cultive.

“Particularmente en el Viejo Mundo, sobre todo para muchos vinos franceses, por ejemplo, se etiquetará el vino basándose en el lugar de donde proviene, no la variedad de uva. Poner la variedad de uva en la etiqueta es en gran medida un fenómeno del Nuevo Mundo”.

Por lo tanto, aclara el especialista, no debemos rechazar la botella que hemos elegido si en ella no aparece anunciada la variedad de uva.