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  Por el libro
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15 de diciembre de 2011

El Nuevo Herald

Arturo Godínez, convicto de conspiración para vender medicamentos falsos y diluidos a pacientes incautos, pidió clemencia el miércoles en la audiencia en que lo sentenciaron.

"Esta ha sido una pesadilla absoluta en nuestra familia", declaró su mujer. "Mis hijos lo extrañan".

Los medicamentos nunca le hicieron daño a nadie, dijo su abogado defensor.

Cuando el juez dio nueve años de cárcel a Godínez, su abogado defensor pidió que lo pusieran en libertad bajo fianza hasta que se procese su apelación.

Cuidado con eso, afirmó el fiscal. Luego de ser convicto --mientras esperaba la sentencia en la cárcel-- Godínez cometió un delito más: animó a una empleada a que se dedicara al "trueque de pacientes", aseguró el fiscal. El trueque de pacientes consiste en pagar o recibir sobornos por referir pacientes a programas de servicios de salud.

¿Cómo lo sabía el fiscal? Porque fue grabado.

En la cárcel, Godínez participó en una llamada en conferencia con su esposa y una empleada, y dijo a esta última que trocara pacientes, afirmó el fiscal.

La llamada, sin que lo supieran Godínez y los demás, fue grabada por la Cárcel del Condado Broward.

Oscar Gelpi, fiscal adjunto estatal, puso la grabación después de que la empleada, Yona Montero, intervino a favor de Godínez.

A Montero, directora de mercadeo de Grand Court Lakes, un asilo de vivienda asistida (ALF) que había sido propiedad de Godínez, esto la tomó por sorpresa. Antes de sacar la grabación, el fiscal preguntó a Montero repetidas veces si ella había tenido una conversación con Godínez y su esposa, Judith, sobre hablar con un amigo, Jimmy, sobre referir pacientes al ALF para que se hicieran residentes del mismo. Jimmy, dijo Montero, trabaja en una agencia de servicios de salud en el hogar.

"¿Ustedes hacen canjes con otros proveedores?", preguntó Gelpi. "¿Les mandamos pacientes si ustedes nos mandan pacientes?"

"No, en absoluto", respondió Montero. "Eso está en contra de la ley".

"¿A eso le dicen trueque de pacientes?", preguntó Gelpi.

"No sé cómo se llama", respondió Montero. "Eso me es ajeno".

"¿Se dedica Arturo al trueque de pacientes?"

"No, que yo sepa. No".

"¿Ustedes nunca han tenido una conversación sobre eso?"

"No".

Gelpi preguntó a Montero si recordaba haber tenido una conversación telefónica con Godínez el 11 de noviembre a las 12:40 a.m. sobre establecer un arreglo de remisiones con Jimmy. En la conversación, indicó el fiscal, Montero dijo a Godínez que ella había remitido a tres o cuatro pacientes a su negocio. "Arturo dice: ‘Eso tiene que ser recíproco’", agregó el fiscal.

Pero Montero dijo que ella no recordaba semejante conversación. Aseguró no creer que eso hubiera ocurrido.

Déjeme ponerle una grabación, dijo el fiscal. La bocina de una computadora laptop no funcionó, de modo que Montero tuvo que sujetar la laptop que contenía la grabación junto a su oído. Luego de escucharla, Montero siguió afirmando que ella no tenía un "recuerdo preciso" de la llamada e insistió que el fiscal no entendía lo que ellos estaban hablando.

"No se trata de remitir pacientes", dijo. "Se trata de ayudarnos unos a otros. En esta industria, nosotros nos ayudamos unos a otros… No es como usted lo describe, señor Gelpi. Usted lo hace sonar como si fuera..."

"Trueque de pacientes", afirmó el fiscal, terminando la oración. La práctica es un delito bajo las leyes tanto estatales como federales.

El juez de circuito de Broward Jeffrey R. Levenson envió a Godínez de regreso a la cárcel, y dio plazo a sus abogados, Howard Srebnick y Marcos Beaton, hasta el jueves para que escuchen la grabación y preparen una defensa.

Godínez, quien fue propietario de dos de las mayores ALF del sur de la Florida hasta noviembre, fue hallado culpable el 31 de octubre por un jurado de Broward de extorsión, conspiración y participación en un plan organizado de estafa.

Tanto Godínez como otro hombre, Joel de la Osa --quien fue condenado a 16 años-- fueron convictos de tres cargos surgidos de lo que la fiscalía llamó una extendida conspiración para vender medicamentos falsificados, robados y reetiquetados a farmacias y consumidores incautos. La banda, dijo Gelpi, ganó alrededor de $50 millones.

En la audiencia del miércoles, la esposa de Godínez y otros testigos lo describieron como un padre y esposo amante que daba contribuciones a su iglesia y siempre ayudaba a sus amigos. Godínez se ocupaba mucho de los residentes de sus ALF, aseguró un testigo, porque él tuvo una relación fuerte y prolongada con su abuela.

La sala del juez Levenson estaba repleta --algunos de los partidarios de Godínez tuvieron que sentarse en el banquillo del jurado--, atestado de familiares y amigos, muchos de los cuales testificaron antes de que se dictara sentencia sobre sus virtudes, compasión e integridad.

Gelpi sugirió, sin embargo, que Godínez no podía culpar a nadie de las tribulaciones de su familia sino a sí mismo.

"Todo el dolor, la angustia y el sufrimiento que ha padecido su familia, y que está padeciendo, se debe a las acciones del señor Godínez", subrayó el fiscal. "Esto es algo que es su propia culpa, y que él debía haber considerado y tenido en cuenta todos los años que estuvo involucrado en actividades delictivas".