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  Por el libro
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12 de octubre de 2011

El Nuevo Herald

Angela H. siempre gana la carrera al buzón porque teme que su esposo descubra un estado de cuenta de alguna de las múltiples tarjetas de crédito que tiene en secreto. La mamá de tres niños es adicta a las compras. Olvida las frustraciones, las preguntas de la suegra o el desorden de sus hijos cuando va de tiendas. Mirar los escaparates y el probarse ropa tienen un efecto relajante, pero no se limita a solo mirar. La residente de West Palm Beach admite que el 90 por ciento de las veces que va de tiendas compra algo. "Aunque sea algo chiquito, o algo en especial por $5", confesó a El Nuevo Herald.

La mujer de 33 años recurre a esconder lo que compra para no levantar las sospechas de su esposo y hace malabares con el dinero que él le da para la casa. Después del nacimiento de su tercer hijo decidió dedicarse al hogar y tomar una pausa de su empleo en el campo médico. La falta de su ingreso la obligó a solicitar tarjetas de crédito de los establecimientos que más frecuenta. Aunque admite que su esposo se enfurecería si se llegara a enterar de sus deudas -a las que sólo aporta el pago mínimo cada mes- no teme que su matrimonio esté en peligro.

"Me gusta tener cosas buenas, cosas nuevas, no sé qué me motiva, sólo sé que tengo que hacerlo. Si no voy a las tiendas por una semana, tengo que ir la próxima", contó. "Yo sé que tengo un problema, pero no creo que necesite buscar ayuda profesional, no sé si estoy en negación. Ha habido gente que me dice que debo ir a un consejero, pero no lo estoy considerando", dijo con franqueza.

El desorden de compras compulsivas se caracteriza por compras excesivas y comportamiento de adquisición. Las personas que lo padecen reportan preocupación con las compras, tensión o ansiedad antes de comprar y una sensación de alivio cuando adquieren algo. "La obsesión con comprar, constantemente pensando en comprar, evaluando las cosas que quieren o las tiendas por visitar, cabe también dentro de la definición de este tipo de desorden", explicó la doctora Gladys Granda Rodríguez, psicóloga clínica.

No hay un perfil del comprador compulsivo típico. Está quien careció de niño y de adulto se "desquita" comprando. Está el que no puede resistir una ganga. Quien compra artículos de lujo y los que arrasan en tiendas de $1. El ingreso no suele ser un factor determinante. Muchos compradores compulsivos compran en privado, porque podrían experimentar vergüenza si un acompañante no comparte la misma pasión.

El deseo por las compras

Uno de los síntomas es la anticipación o la urgencia de ir de tiendas. Luego la preparación; dónde ir, qué tarjetas utilizar, investigar las ventas baratas, comparar los precios. El próximo paso sería la compra, muchos describen una transacción como emocionante y en estudios realizados sobre este tipo de compulsión se ha llegado a comparar las compras con la satisfacción de un encuentro sexual. Luego que se efectúa la compra, se experimenta una baja de ánimo y hasta la decepción. Comienza la depresión, ansiedad, autocrítica y coraje por la debilidad de haber sucumbido otra vez.

"El comprador compulsivo sabe lo que está haciendo. Es un mecanismo para lidiar con una vida que no le satisface", explica la psicóloga. "En mi práctica he visto pacientes que presienten que el marido tiene una aventura y una forma de sentirse mejor es salir y comprar, de esa manera gastan el dinero que él podría gastar con otra", dijo Granda. Muchas veces ángela se dice que devolverá a la tienda algo, "pero rara vez lo hago". Admite que mucha de su ropa aún tiene las etiquetas puestas y que en ocasiones dona cosas que nunca usó.

Las mayores consecuencias de este comportamiento son problemas financieros, bancarrotas, y divorcios. "Es un problema que afecta la economía y la dinámica de la casa. Se excede la capacidad de la tarjeta de crédito, impide pagar la renta. La pareja se molesta, se desilusiona, provoca peleas. La persona que lo padece es vista como desorganizada e irresponsable", añade Granda.

Este padecimiento tiene una prevalencia de 5.8 por ciento en los Estados Unidos. La mayoría de los estudios se han hecho con mujeres, pero el desorden también afecta a los hombres quienes suelen comprar artículos de mayor valor como autos y electrónicos. La doctora Granda ha tratado a mujeres mayormente. "Aún en el 2011 somos las mujeres las que hacemos las compras, ya sea el supermercado, los artículos de necesidad para la casa, los niños. Siempre nos vemos en la obligación de estar en las tiendas", explicó.

Cuando el dinero no es factor

Zaira D., de 59 años, conoce todas las tiendas de segunda mano, los dollar stores y está al tanto de las ventas de garaje en North Miami Beach. No pasa un día sin que compre algo, ya sea una chuchería o compras online. La mujer alquila garajes de almacenamiento y los tiene repletos de muebles, artículos del hogar y recuerdos de cuando sus hijos adultos eran niños. Se jacta de ser frugal y buena administradora.

"La persona que no resiste las gangas siente que es una oportunidad que no puede desperdiciar, ven los ahorros como una inversión. Usualmente estas personas no tienen una identidad definida y crean diferentes razones para justificar la compra", explicó la profesional con práctica en la zona de Midtown.

Zaira siempre fue ama de casa y su esposo corre un exitoso negocio. él está al tanto de sus compras, pero no las objeta. El poder costear el hábito, no lo hace menos grave. La doctora Granda ve este patrón generalmente propiciado por la pareja o familiar cercano. "Digamos que un hombre viaja mucho por su trabajo, para consolar a su mujer, para que esté tranquila y contenta en su ausencia, la exhorta a irse de compras. Es a la vez un método de satisfacer a la pareja y de controlarla".

Este mal también es fomentado por la sociedad. "Vivimos en una sociedad de consumo, somos bombardeados con comerciales y mensajes que nos hacen comprar. En una sociedad competitiva, personas con baja autoestima, para sentirse importantes o iguales, sienten la necesidad de tener ciertos artículos".

Como cualquier otra adicción y desorden de ansiedad, hay tratamientos para las compras compulsivas. Desde consejería financiera y matrimonial, terapia psicológica y grupal que le brindará estrategias y técnicas para superar el hábito. También pueden utilizarse fármacos. "Las compras compulsivas se consideran un desorden de ansiedad, como son los desórdenes obsesivos compulsivos y ansiedades generalizadas.Para tratarlos se utilizan antidepresivos y ansiolíticos. Cualquiera de los inhibidores selectivos de recaptación de serotonina (o SSRI por sus siglas en inglés) como Prozac o Zoloft, que son antidepresivos, y ansiolíticos como Xanax, Ativan y Valium, por mencionar algunos, pueden ser utilizados", explicó la doctora Granda.

Lo más importante es determinar que se necesita ayuda. "Si la persona se da cuenta de que tiene un comportamiento que le está causando problemas en su vida cotidiana, con su pareja, o con las finanzas, esa debe ser la señal de que se necesita ayuda", señala la psicóloga.